BCE

“Cualquier posible mejora de la crisis tendrá reacciones como la de ayer (+7,4% el Euro Stoxx 50 y -27% el gas) con el mercado atropellándose para cerrar posiciones cortas… se han abierto USD 90 bn de posiciones cortas en las últimas 6 semanas” explicaba el día 10 de marzo un analista.

EL 10 DE MARZO, algunas gasolineras españolas subieron ya a 2 euros el litro de combustible. “Ya sabe, es la guerra”. Absurdo explicarle al empleado que, justo el día anterior, el precio del barril de Brent –el de referencia en Europa– había protagonizado la mayor caída de precio de la que existen registros: 17 dólares. O que la gasolina que se estaba echando había sido refinada antes del comienzo del conflicto. O que la presidenta del BCE acababa de tranquilizar a todos los televidentes europeos al asegurar que el Banco Central Europeo tomará “las medidas que sean necesarios” –¿les suena?– para “anclar las expectativas de inflación”. Si bien es cierto que con la inflación de la eurozona en el 5,8% nunca han acabado de decir exactamente dónde piensan anclarlas, por más que siempre la “vean” por debajo del 2%… dentro de un par de años: en el 1,9% en 2024.

Izquierda, el Palacio de la Lealtad, la Bolsa de Madrid. Derecha el London Metal Exchange de Londres (LME).

Solo dos días antes, el martes 8 de marzo, el índice CRB de commodities no especulativas había tocado sus máximos históricos –666,6 puntos– igual que lo había hecho el precio de la gasolina en EEUU. Ese día, el London Metal Exchange optó por suspender la cotización del níquel, tras una subida ¡del 250%! que le había llevado a sobrepasar los 100.000 dólares por tonelada.

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