El Gobierno de Nueva Democracia maximizó su gasto durante la pandemia y se ciñó después a la disciplina fiscal, con el objetivo de un superávit primario del 2% en 2024

Texto: Yiannis Mouzakis (Macropolis) •

Yiannis Mouzakis
Yiannis Mouzakis

S&P confirmó el pasado 20 de octubre la mayoría de las expectativas y mejoró un escalón la calificación de Grecia, hasta “BBB-” con perspectiva estable, cerrando así un arduo ciclo para la economía griega que comenzó a finales de 2009, a raíz de la crisis de deuda en la que se vio sumido el país durante casi una década. Grecia se encontró en territorio especulativo en abril de 2010, cuando S&P la rebajó a “BB+” con perspectiva negativa, justo un mes antes de firmar el primer programa de la UE y el FMI. La calificación del bono griego estaba en A en enero de 2009. La calificación bajó hasta Default Selectivo en febrero de 2012, cuando se anunció el recorte de deuda de unos 200.000 millones de euros de deuda privada, conocido como el PSI. Fitch y Moody’s también habían situado a Grecia en la categoría de impago durante ese periodo. La calificación de Grecia no había dejado de mejorar desde entonces… hasta el primer semestre de 2015, cuando el enfoque especulativo del Gobierno de SYRIZA en sus negociaciones con los prestamistas griegos provocó cuatro rebajas de calificación en rápida sucesión, situando a Grecia en “CCC-” con perspectiva negativa.

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