Paradójicamente, será en pleno cambio climático cuando vamos a depositar la confianza en energías dependientes del clima, en la hidráulica, la eólica… para frenar el proceso.

Texto: Antonio De Lara Cruz •

Antonio De Lara Cruz
Antonio De Lara Cruz

Conocemos el escenario inicial e imaginamos un escenario final. Y la electrificación de la economía será la medida que más contribuirá a alcanzar ese objetivo, vinculante para 2050, de neutralidad climática de la Unión. Vamos, además, hacia una sociedad totalmente automatizada, informatizada y robotizada. Para entonces, la demanda eléctrica al menos se duplicará, a pesar de la eficiencia energética que permite la electrificación. Y la previsión anterior puede quedarse corta, pues en los periodos de bajos precios eléctricos, inherentes a las renovables, es esperable que se produzca una explosión de ciertos usos intensivos en electricidad. En el escenario final “geografía” y “energía” se unirán, siendo de capital importancia las grandes interconexiones eléctricas, terrestres o submarinas. Y esto abaratará costes al sistema y le dará seguridad, al ahorrar almacenamiento, que será una inversión primordial. El escenario del que hemos partido estaba basado en energías fósiles. Pues solamente el sistema eléctrico tenía aportes importantes de energías libres de CO2, como la nuclear y las renovables. Pero aún este, era totalmente dependiente de las energías fósiles. Y no sólo en términos energéticos, sino especialmente en flexibilidad. Así que pasar de un escenario a otro será un hito en la historia de la Humanidad. Pero con su logro España saldrá muy fortalecida, dado que su clima le permitirá convertirse en lo que llaman un “electroestado”; además, con una inmejorable situación geoestratégica.

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