Texto: Carlos Balado (Profesor de OBS Business School y director general de Eurocofin) •

Carlos Balado
Carlos Balado

Las predicciones y las expectativas creadas sobre el control de la inflación y la reducción de los tipos de interés se tambalean ante diversos factores inciertos para este año: unos, consecuencia del pasado, y otros en plena gestación. Entre los primeros se encuentra, en primer lugar, la guerra comercial iniciada en 2018 entre Estados Unidos y China, con batallas comerciales entre el país norteamericano y sus aliados en Europa y Japón que generaron dudas sobre el papel de EEUU en el mundo y el de las instituciones globales de gobernanza. En segundo lugar, el coronavirus, que causó más de seis millones de muertes reconocidas de manera oficial, aunque las comparativas hablan de más de veinte millones, lo que obligó a masivas inyecciones de liquidez para paliar efectos como la interrupción de la cadena de suministro, que siguen presionando sobre el nivel de precios. Y, en tercer lugar, la invasión rusa de Ucrania, que comenzó el 24 de febrero de 2022 y que impidió el suministro de petróleo y gas ruso disparando los precios a niveles inéditos, y vulneró la idea preconcebida de fronteras estables (Rusia pretende cambiarlas por medio de la fuerza, un tipo de acción que se pensaba proscrita por la Carta de las Naciones Unidas de 1945 y que ha creado dudas sobre el uso de armamento nuclear). Y a todo ello se suma el conflicto entre Israel y Palestina por su relevancia geoestratégica y sus efectos en el precio del petróleo. Como consecuencia la inflación mundial alcanzó máximos históricos en 2022.

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