Tras años por debajo del 2% tanto la FED como el BCE se mostraron dispuestos a tolerar excesos, pero elevar sus objetivos en medio de una inflación elevada podría dar idea de que no tienen el control

Texto: George Brown
Schroders •

George Brown

Los inversores empiezan a preguntarse si los bancos centrales deberían subir sus objetivos de inflación. Desde la introducción de los objetivos de inflación en los años noventa, las economías avanzadas se han unido en torno a un objetivo común del 2%. En las décadas transcurridas, los bancos centrales han logrado, en gran medida, mantener la inflación baja y estable. Pero en los últimos años esto se ha ido al traste, ya que la inflación se ha disparado hasta alcanzar el nivel más alto registrado en una generación, encendiendo el debate sobre si los responsables políticos deberían abandonar el omnipresente objetivo del 2% y, en su lugar, poner sus miras en una inflación más alta. Los que apoyan un objetivo de inflación del 3% o incluso del 4% argumentan que ello implicaría unos tipos nominales más altos. Unos tipos nominales más altos reducirían el riesgo de que los bancos centrales se vieran condicionados por el límite inferior efectivo, o «ELB» (por sus siglas en inglés), ya que tendrían más margen para reducir los costes de endeudamiento cuando se enfrentaran a una recesión económica. Es una solución aparentemente sencilla al problema que ha atormentado a los responsables políticos en los años posteriores a la crisis financiera mundial.

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