“Cuando una entidad goza de buena salud suele ser transparente. Cuando no, oculta sus problemas al supervisor y al mercado. A veces, a su propio Consejo de Administración”
Texto: Aristóbulo de Juan* (Ex director general de inspección del Banco de España) •
Como es bien sabido, el sector financiero tiene misiones cruciales para la economía. Es el cauce del sistema de pagos, el transmisor de la política monetaria, la vía de la adscripción de los recursos ociosos y la seguridad de los mismos. Para ello necesita gozar de buena salud y ser gobernado por una buena gestión. De ahí que sea necesario que esté sometido a un marco regulatorio especial y de ahí que la supervisión bancaria constituya una responsabilidad pública que asegure la salud del sector y su buena gestión. No se trata solo de una carrera ni de un mecanismo de intrusión. Pero, para que la supervisión pueda hacer frente a tal responsabilidad, es necesario que el marco regulatorio sea eficaz. Y para ello, debe tenerse en cuenta una serie de factores que la actual filosofía reinante en Europa no parece asumir y que quiénes encarnan esta función deben considerar fundamentales. El marco regulatorio se basa en tres pilares: