La Unión Europea

La solución al incumplimiento reiterado de las reglas fiscales no pasa por desdibujarlas, diluirlas y ayudar a dar por buenas las malas prácticas presupuestarias que nos han conducido a la situación actual, con déficit crónicos y altos niveles de deuda. El acuerdo sobre reforma de las reglas fiscales alcanzado el pasado 21 de diciembre, pendiente todavía de ser ratificado por el Europarlamento, introduce valoraciones poco objetivas que las harán menos operativas, si cabe, cuando comiencen a aplicarse, tras un periodo transitorio que finalizará en 2027.


Texto: Clemente Polo (Catedrático Emérito de Economía Universidad Abad Oliba CEU 2020-2023. Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico 1992-2020 Universidad Autónoma de Barcelona) https://clementepolo.wordpress.com


La página de la UE en que se da cuenta de los cambios en las normas de gobernanza adoptados el 21 diciembre en la última reunión de ministros de Economía que cerraba la presidencia española recoge las siguientes declaraciones de la todavía ministra Calviño:

Con esta reforma del mecanismo de gobernanza económico, aseguramos la sostenibilidad y el equilibrio de las finanzas públicas y la protección de la inversión, el crecimiento y la creación de empleo en toda la UE. Estamos convencidos de que las nuevas reglas serán efectivas, respaldan los objetivos de la UE y mejoran dramáticamente el mecanismo existente”.

No me sorprende que la columna económica de la que tanto alardeaba Sánchez antes del 23.J –“nosotros tenemos a Nadia, ellos no tienen a nadie”- haya sacado pecho y trate de vestir con las mejores galas el acuerdo alcanzado para reformar las reglas fiscales de la UE cuando la carroza de Cenicienta estaba a punto de convertirse en calabaza.

Diga lo que diga la ministra, resulta difícil valorar positivamente el acuerdo alcanzado. Lo mejor que podría decirse sobre sus palabras, siendo muy benevolente, es que se trata de una valoración completamente interesada, superficial y vacía de contenido. El propósito de este artículo es explicar por qué las nuevas reglas no “mejoran dramáticamente el mecanismo existente”, sino que lo diluyen más si cabe; por qué no aseguran “la sostenibilidad y el equilibrio de las finanzas públicas”, sino que aumentan el margen de discrecionalidad de los países para mantener los desequilibrios; y por qué no protegen “la inversión, el crecimiento y la creación empleo”, sino que aumentan el lastre que supone la mala gobernanza del sector público sobre la inversión y la creación de empleo en el sector privado privado. Que Calviño no lo vea así, da una idea de hasta qué punto su valoración, meramente política, empequeñece como economista a quien ha dirigido la política económica de España durante los últimos cinco años y medio.

Para acceder a este contenido, necesita una suscripción a la Revista Consejeros, vea los “PLANES DE SUSCRIPCIÓN”.
Si ya dispone de una suscripción debe “INICIAR SESIÓN”.