“Aunque el balance del Gobierno resulte más favorable de lo que suele reconocerse, con una sólida recuperación del crecimiento y el empleo, el futuro tiene tintes preocupantes”
Los periodos preelectorales suelen resultar pródigos en promesas que sólo suelen convencer a los incondicionales o los más ilusos. Recordando tantas ofertas incumplidas, la ciudadanía tiende a desconfiar, apreciando antes los posibles efectos negativos que las aparentes ventajas. Un descuento en la valoración que no desalienta en modo alguno a la clase política. Es consciente de la impostura que representa la escenificación asociada a los comicios pero de sobra sabe que extremando el realismo y la sinceridad tampoco se ganan adeptos. En el fondo, esperamos que nos engañen todos un poco y nos incomoda que alguien pretenda saltarse esta regla. Ni siquiera los aciertos se premian tanto como se castiga al que manda, cuando pintan bastos, por escasa que resulte su responsabilidad de la adversa situación.