“No hacen falta más comisiones, basta con desempolvar los informes existentes y poner en marcha las reformas pendientes en educación, sanidad y justicia”.
Macron trata de despertar la Francia caída, a esa sociedad republicana rica desde hace siglos, culta, orgullosa, pero adormilada, que vive de una despensa bien repleta en cómoda decadencia. El joven presidente lo intenta con poco éxito, las reformas tropiezan con resistencias insuperables. Encarga a un aliado experimentado, al centrista François Bayrou, que se ocupe de la Comisaría (de la Recuperación), vieja institución muy francesa que gestionó con acierto Jean Monnet cuando la idea de la Unión Europea solo era un sueño de la prudencia. La Comisaría del Plan tiene que pensar a largo plazo, poner luces largas para recuperar Francia y colocarla en el siglo XXI. A Bayrou el presidente le ha señalado tres prioridades: independencia estratégica que prevenga de riesgos futuros; sistema sanitario eficiente; y una justicia adaptada al tiempo y a los valores republicanos. Tres ideas motoras interesantes aunque no suficientes para la modernización del país, para despertar a la que fue primera potencia mundial. Macron se ha rodeado de expertos a los que ha hecho encargos en el ámbito económico, social y cultural. Ha promovido comisiones de notables para proponer, para alentar el debate ciudadano, con resultados que están por ver. El problema de las comisiones de expertos está en el paso siguiente, que tras elaborar propuestas alguien les haga caso y ejecute.
En España tenemos una lista larga de comisiones para reformar y modernizar. La mayoría fueron tan fértiles en sus ideas como inútiles en su buen fin. La Comisión Abril para la reforma sanitaria duerme en algún cajón, no les hicieron el menor caso. El informe de la comisión para la reforma fiscal hizo un buen documento que pocos han leído y que también duerme en el Ministerio, o quizá ni eso. La de reforma de la Universidad no pasó de la puerta del ministerio, entró, se quedó y punto final. El Informe del Consejo de Estado para la reforma de la Constitución se quedó en la Moncloa sin que Rodriguez Zapatero recibiera a Francisco Rubio para comentar el proyecto y ponerlo en marcha. Si hubieran aceptado y desarrollado algunas de las ideas propuestas por los especialistas, España sería hoy un país mejor. José Antonio Marina se esforzó hace pocos años como pocos para movilizar la reforma del sistema educativo y se acercó a la recta final para concretar el proyecto, pero las urgencias dejaron lo importante en la cuneta. Hubo otras iniciativas exitosas, por ejemplo recuerdo allá por los años ochenta el Informe para la reforma del mercado de valores elaborado por un grupo de expertos que ilustraron al ministerio para poner al día las Bolsas. Una de las buenas obras para modernizar la economía española.
El Gobierno tiene ahora una oportunidad histórica con los fondos europeos para la recuperación para poner en marcha algunas de las reformas pendientes, fundamentalmente la educativa. No es cuestión de crear otra comisión, basta con desempolvar los informes existentes: releer, actualizar y poner en práctica. Otro tanto para la administración de justicia y para la sanidad. Educación, sanidad y justicia, tres patas para sostener una democracia que merezca la pena.♦