En 1876, lakotas, cheyenes y arapajós se coaligaron para defender su tierra y costumbres ante el hostigamiento del VII Regimiento de Caballería del Ejército de EEUU, al mando del teniente coronel George Custer. Aplicando tácticas del visionario ‘Toro Sentado’, sus líderes, ‘Caballo Loco’ y ‘Jefe Gall’, ganaron la batalla de Little Bighorn, Montana, donde murió Custer. El imaginario popular y su poderoso altavoz, Hollywood, falsearon los hechos: la vergonzante derrota es heroica victoria; Custer, icono del valor; su unidad y tropa, abnegada avanzadilla de la civilización. Inquietante paradoja: naciones poderosas, admirables paladines de la libertad y otros logros, ocultan arteramente su base existencial mediante embustes manifiestos. Manipulación desmontada por minuciosas pesquisas de historiadores rigurosos, aunque los epígonos de la falacia prefieran anclarse en los mitos.

Gesto encomiable de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas: su presidente, David Rubin, decidió disculparse ante Sacheen Littlefeather, actriz apache que en 1973 representó a Marlon Brando cuando rehusó el ‘Óscar’ por ‘El Padrino’. Activista de los derechos de su pueblo, se atavió para la ceremonia con atuendo tradicional: “Brando lamenta rechazar este generoso galardón debido al maltrato de los indios en la industria cinematográfica y la televisión”. Abucheos y algún aplauso ahogaron sus palabras, censuradas por el conductor de la ceremonia. En su alegato, publicado por ‘NYT, aducía Brando: “La comunidad cinematográfica es responsable de degradar al indio y burlarse de su carácter, describiéndole como salvaje, hostil y malvado. Cuando sus niños ven a su raza representada en cine y televisión, sus mentes se lastiman de formas inimaginables”.

Hollywood se retracta ahora: “El abuso que soportaste fue injustificado. La carga emocional que has vivido y el daño a tu propia carrera en nuestra industria son irreparables. Por ello ofrecemos nuestras más profundas disculpas”, escribe Rubin a Littlefeather. Irónica la respuesta de esta digna depositaria de culturas milenarias, vejadas durante cinco siglos: “Somos gente muy paciente. ¡Solo han pasado 50 años! Mantenemos el buen humor en todo momento, nuestro método de supervivencia”. Sin menoscabo del valor artístico, un ‘Western’ debiera recordarnos genocidios y exterminio de culturas.♦