“Ni un gobierno Frankestein es el más calificado para hacer frente a lo que viene ni Feijóo fue designado por los poderes fácticos, pero fue por lana…”.

Luis Alcaide
Luis Alcaide

Estimulado por las encuestas el candidato Feijóo reclamó un cuerpo a cuerpo con Sánchez en el único cuadrilátero posible: el Senado. Una victoria dialéctica despejaría aún más el camino hacia la Moncloa. Nada importaba en ese escenario que el presidente dispusiera de una ventaja considerable en la duración de las intervenciones. Pero como ya dijo Gracián “ lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Las cosas, sin embargo, no han salido como se las prometía el señor Feijóo. En la primera y larga intervención del presidente se han recordado las plagas llegadas a España, desde la pandemia hasta la inflación. Se han aplicado remedios para contenerlas o suavizarlas. Una situación equivalente a un estado de guerra en la que el gobierno socialista, como cualquier otro gobierno democrático, ha optado, como señala Krugman, por “grabar los beneficios extraordinarios, controlar precios, la energía en especial, o plantear medidas de ahorro en aquellos productos escasos con más influencia en la subida de los precios”. Afortunadamente España está algo mejor preparada para esta contingencia energética que otros estados de la UE; porque nuestra enorme dependencia de fuentes de energía foráneas impulsaron la diversificación de las fuentes de suministro. La diversificación de los suministros, como los remedios administrativos y la bienvenida vacuna del Covid, han hecho posible incluso mantener tasas de crecimiento del PIB modestas pero algo más elevadas que las de nuestros aliados europeos.

La ocupación de hoteles y restaurantes, el número de bañistas y ciudadanos felices con sus vacaciones, contradicen cualquier profecía del desastre. Pero la inflación sigue encima en tanto que el cambio climático se hace cada vez más patente; olas de calor y añoradas energías verdes. Nada de impuestos al sol sino todo lo contrario mientras los adversarios políticos entran en el cuerpo a cuerpo. Feijóo se queja de los insultos recibidos de miembros del Gobierno aunque Sánchez, como le ha recordado en el debate, no le ha dirigido ninguno. Eso sí, le ha recordado esa referencia al Otoño del Patriarca y la asociación del final de su reinado con los crueles dictadores latinoamericanas. El tono se encrespa. Sánchez recuerda algunos de los comentarios de Feijóo. “El Gobierno se forra con unos ingresos presupuestarios cuyo destino son las comunidades autónomas”; “la confusión entre la prima de riesgo y el tipo de interés ¿Está el señor Feijóo preparado para ser presidente?”

La inflación y el mal hacer del Gobierno, afirma Feijóo, oscurecen nuestro presente y enturbian el horizonte. Un gobierno Frankestein no es el más calificado para hacer frente a lo que se nos viene encima ni tampoco el señor Feijóo ha sido designado por los poderes fácticos. La pedestre verdad no fue otra que la defenestración de Casado por Díaz Ayuso y el buen ejemplo de la Comunidad de Madrid para ganar elecciones. Ahora bien, no es ningún secreto que la inflación, como la pandemia, nos viene de lejos. Putin inicia la guerra con el precio del gas en su cénit… Se baja el telón. El señor Feijóo ha reclamado el debate, estimulado por los buenos augurios de las encuestas, pero como hubiera dicho D. Miguel de Unamuno “desde la eternidad y los profundos el señor Feijóo fue a por lana y salió trasquilado”.♦