Reconforta saber que la Psicología avala el hábito, propio de “pueblos primitivos”, de reunir a niños y adolescentes para contarles historias. Diversos estudios y artículos publicados en ‘Psycology Today’ revelan la importancia de tal costumbre, pues permite comprender la experiencia humana con mayor amplitud y clarificar realidades confusas. Se demuestra así que sus jóvenes muestran niveles más altos de autoestima y menor ansiedad. También entretiene, como sabe todo progenitor de cualquier latitud si cuenta o lee cuentos a sus pequeños antes de dormir, con el fin de relajarles y estimularles a un sueño más profundo y feliz.

De Esopo a los hermanos Grimm, Jean de Lafontaine, Charles Perrault o Hans Christian Andersen a la inolvidable Mafalda de Quino y otros aún más actuales, el amplio muestrario de literatura infantil ofrece una extensa variedad de bellas fábulas que muestran la complejidad y los peligros de la existencia, y cuantos retos afrontarán en el porvenir, componentes que nutren de experiencias valiosas que ayudan a conformar la conciencia y los valores éticos y morales. Por desgracia, destacados autores españoles, como Félix María de Samaniego, el Duque de Rivas o Fernán Caballero están hoy excluidos del catálogo. Pero los expertos recomiendan a Antoine de Saint-Exúpery, cuyo ‘Principito’ se considera la mejor muestra del género.

Sin embargo, las historias de lobos, ratones, bosques o niñas encantadas no son las más provechosas. Psicólogos y pedagogos destacan los relatos familiares fundamentales en la construcción de la vida propia, al crear una sensación de permanente seguridad y bienestar. Para la psicóloga Emily Esfahani Smith, una “vida con sentido” requiere cuatro pilares: pertenencia, propósito, trascendencia y narración. El sentido de pertenencia se consigue mediante el amor por los demás y sentirse amado; el propósito está relacionado con los logros, la trascendencia con el momento, y la narración dota de identidad. Contar las experiencias tempranas de padres y abuelos, incluidos obstáculos y desafíos, teje una conexión, significado y propósito indelebles. Según la Ciencia, los jóvenes que escuchan y conocen anécdotas de la vida de sus progenitores y ascendientes tienen menores índices de estrés, alcanzan con mayor facilidad sus metas y sienten que su vida adquiere significado.♦