Junio, 2005. Voz indeterminada ordena «matar al negro de Alcorcón». Apuñalaron a Manuel Moto Tomo, confundido con su hermano Germán, verdadero objetivo: testigo protegido en sumarios sustanciados en EEUU y Francia contra ‘Teodorín’ Nguema Obiang, hijo del mandatario guineano. El propio Germán y vecinos socorrieron al herido y retuvieron al sicario colombiano Óscar Darío Velásquez. La banda caería después: su compatriota Sigifredo Hoyos y los españoles Óscar Pérez Bidegain, Ángel Alonso Delgado López, Miguel Ángel Rodríguez Ramón y Juan Manuel Márquez Jaramillo, «empresarios» bienquistos en Guinea Ecuatorial. Juzgados en 2007, recibieron sentencias de unos once años de prisión e inhabilitación; excepto Márquez Jaramillo, condenado a diez años, rebajados a siete. Indultado por el Gobierno Zapatero, en 2015 fue candidato a edil de «Podemos» en un pueblo burgalés.

Enero, 2024. El juez Santiago Pedraz otorga al fuero guineano el sumario instruido contra la cúpula represiva del país, incluido Carmelo Ovono Obiang, «Didi» (otro entre la incontable descendencia del «Jefe»), encargado de la Seguridad Exterior. En 2022, allegados denunciaron el secuestro en Sudán del Sur, en 2019, de dos españoles y dos guineanos residentes en España, opuestos al régimen, torturados en Oveng Azem (Mongomó). Julio Obama, español, murió preso en 2023. España reclamó en vano sus restos y el estado de sus compañeros, «terroristas» en la versión oficial; prebostes de Malabo proclamaron «injerencias». Pedraz intentó tomarles declaración; ni por videoconferencia quisieron comparecer. Declarados rebeldes con orden de busca y captura, «Didi» fue detectado en lujosa urbanización malagueña. Pedraz desautorizó su arresto, le notificó la querella y el pájaro voló. Diligencias pertinentes acreditaron como práctica habitual secuestrar y asesinar opositores donde sea, y la existencia de tramas financieras para delinquir en España.

El extraño desistimiento, culminación de actuaciones sorprendentes, inquietó a legos y versados: asombrosa concesión a una tiranía denostada, burdo ardid que consagra la impunidad de los «intocables» de tan dilatada autocracia. ¿’Quid pro quo’? ¿Racismo? El raudo repudio de instancia superior atenúa la maraña. Pedraz abrirá sumario.♦