El Parlamento Europeo condenó en diciembre la expulsión de comunidades masái de su territorio secular. Resolución sin precedentes, exige respetar los derechos de los pueblos autóctonos, “requisito previo no negociable” para toda iniciativa conservacionista. Aprobada por unanimidad, se adopta tras reiteradas denuncias del sañudo hostigamiento del Gobierno de Tanzania contra esa etnia, empeñado en expulsarla de las llanuras de Serengueti, su hábitat natural. Promotores turísticos y conservacionistas occidentales codiciosos ambicionan sus tierras ancestrales. Espolean la brutal violencia contra unos 850.000 pastores seminómadas. Su desalojo permitiría crear 1.500 km² de esparcimientos suntuosos (reservas de caza), ‘conservar la Naturaleza’ como pretexto. Acoso acentuado desde 2022: guardaparques y funcionarios mercenarios de entidades alemanas disparan y apalean a pacíficos manifestantes y detienen a líderes comunitarios. Sangrientas arremetidas en toda protesta; incendio de poblados; privación de servicios sociales, incluso atención sanitaria.
Gobiernos, instituciones y ONGs europeos inducen tales atropellos en África oriental. Desde 1904, expolios sistemáticos redujeron un 60% el ámbito masái en Kenia, en beneficio de colonos británicos. Hacia 1940, grupos nativos perdieron sus tierras fértiles; reubicados en zonas áridas, adoptaron nuevas formas de subsistencia, perdiendo su cultura e identidad. De tales tropelías surgieron turísticos safaris y parques naturales. Agravios impulsores del movimiento ‘mau-mau’, “terrorista” para Occidente. Información tendenciosa y ‘estudios’ interesados estigmatizaron el pastoreo masái, supuesto causante de ‘daños ecológicos irreparables’, base de decisiones arbitrarias. Acreditada su falsedad por investigaciones más rigurosas, persiste la falacia entre ecologistas inescrupulosos y funcionarios venales.
Joseph Oleshangay, abogado y activista nativo, condujo el periplo europeo de los masái desde mayo. Deseaban visibilizar su “catástrofe” y la campaña ‘Descolonizar la Conservación’, cambiar el “modelo conservacionista racista y colonial” que “protege la Naturaleza exterminando a sus moradores”. “No heredamos la tierra de nuestros padres; la tomamos prestada de nuestros hijos”, dicen.♦