“No es no, y cualquier pacto con media España no entra en sus cálculos. La ‘necesidad’ que alega se refiere a ese designio, al que se subordina lo demás”
El nuevo gobierno de la XV legislatura será fruto de la “necesidad virtud”. Esa es la máxima que preside la política y la estrategia de Pedro Sánchez para mantenerse en el poder e impedir que la derecha vuelva a residir en La Moncloa. El eje central de Pedro Sánchez, su sentido de la política reside en el principio del “NO ES NO”, es decir que cualquier pacto con media España no entra en sus cálculos y que a ese designio se subordina lo demás. La “necesidad” que alega se refiere a ese designio y no a otra consideración de carácter general. La necesidad se refiere a algo que nace de su propio objetivo personal; avalado por una mayoría a la búlgara de la militancia (decreciente) del PSOE para la que mantener el poder (también decreciente ya que carece de mayoría en el Senado y en la mayor parte de las administraciones autonómicas) se convierte en la razón de su existencia.
El acuerdo suscrito con Puigdemont (otro líder carismático que convierte su designio personal es mandato colectivo) es inconsistente en su pretensión de carácter histórico capaz de resolver de una vez por siempre el destino de Cataluña. La formalidad del acuerdo, suscrito con cierta vergüenza por segundas filas de los partidos firmantes es manifiestamente mejorable. Más que el documento de un acuerdo se puede definir como el documento de los desacuerdos entre los firmantes. La necesidad (una investidura) se traduce en la virtud de ese acuerdo de desacuerdos que contiene una parte inequívoca (los votos para la investidura) y otra parte negociable que depende de su propio desarrollo, que es ajeno a la decisiva voluntad de las partes. La amnistía es probable pero no segura; la cesión de competencias a Cataluña es probable, pero no segura, y así sucesivamente con los compromisos asumidos por el PSOE de Pedro Sánchez. Esta deriva de cesiones para conseguir la investidura se concreta en la serie de acuerdos suscritos con los demás socios (nacionalistas catalanes, vascos, gallegos, valencianos y canarios) cuya cuantificación en términos económicos y morales no se ha hecho pero que supone un vaciamiento de las facultades del Estado español. Vaciamiento que requiere leyes y normas específicas a lo largo de la legislatura que puede tropezar con obstáculos que den al traste con los acuerdos.
Sánchez ha conseguido la investidura, pero al precio de aventurarse en una “terra ignota” en cuanto a su desarrollo que dejaría el texto constitucional convertido en papel mojado. Con la coartada (virtud) de conseguir un gobierno autocalificado de progresista (otro vocablo de significado equívoco) Pedro Sánchez y el PSOE han asumido compromisos que eran inaceptables hasta la víspera de las elecciones. Han hecho de la necesidad (personal que no general) virtud (cuyo significado y alcance es difícil de definir). Este será un gobierno peculiar que nace con compromisos que suponen una pesada mochila para una pretendida trayectoria de estabilidad.♦