“España sufre ya la amenaza del encarecimiento de la deuda, entre otras razones por la ‘gestión cigarra’ de las cuentas públicas, que elevará la prima de riesgo”.
En breve, probablemente julio, el Banco Central Europeo dejará de comprar deuda y empezará a adelgazar su balance con amortizaciones a vencimiento de los títulos acumulados en su cartera. Desde ese momento entrarán en juego eso que llamamos “mercados” que tomarán el relevo para financiar las emisiones de deuda delos países. Serán los especialistas del “mercado” los que determinarán cuándo compran, de quién y a qué precio. Serán los del “mercado” los que evaluarán los riesgos y fijarán los diferenciales de precio, las cuotas del riesgo país. Diferenciales que empezaron a crecer y a ensancharse hace semanas. De momento un punto para Alemania, dos para España y tres para Italia. La vicepresidenta Calviño advertía esta semana que a corto plazo no hay motivos de inquietud para España. Durante estos últimos seis años, bajo la tutela del BCE, el Tesoro español ha mejorado su estructura de deuda en plazo y precio: de una vida media de seis años (2013) se ha pasado a 8 años el 2022; y el coste medio (3,7%) cayó a 1,5% en estos momentos. Sin duda una mejora sustancial, un maná aportado por el euro, que podría haber propiciado una estrategia de hormiga (acumular reservas para cuando venga el invierno, es decir reducir el déficit y la deuda) u otra de cigarra (seguir viviendo con déficit que amontona más deuda, coyunturalmente barata). La tentación de actuar como cigarra, ya pagarán los que vengan, es irresistible.
España se propone captar este año 230.000 millones (ha obtenido ya casi la mitad), 160.000 para refinanciar y 70.000 de nueva deuda. Hasta ahora todo ha ido bien,han sustituido emisiones viejas por nuevas más baratas. Y así va seguir el resto del año. Hasta avanzado 2023 no es probable que se invierta la tendencia de coste de sustitución. Incluso emitiendo más papel a corto (letras más baratas), que a largo plazo (bonos u obligaciones), se puede extender la bonanza. Pero España sufre ya la amenaza del encarecimiento de la deuda, entre otras razones por la “gestión cigarra” de las cuentas públicas que elevará las primas de riesgo e incluso puede provocar algún problema de financiación en momentos concretos. La estrategia del gobierno está centrada en las próximas elecciones generales, llegar a finales del 2023 sin sobresaltos. Luego… ya veremos.
La credibilidad de las cuentas públicas, la consistencia del previsible por inevitable plan de consolidación fiscal, la confianza en la estabilidad del país serán factores clave para que los “mercados” fijen las primas de riesgo. Los españoles aprendieron durante la crisis de 2008 que la “prima de riesgo” puede convertirse en una amenaza insoportable que imponga decisiones incómodas, que conducen a perder las elecciones. Pero esas son lecciones que se olvidan. La tentación de una estrategia “cigarra” es poco resistible para los estrategas a corto, ya que permite no dar explicaciones a la ciudadanía ni advertir del riesgo de restricciones de gasto en momentos complicados. Los socialistas españoles encabezados por Rodriguez Zapatero ganaron las elecciones de marzo de 2008 porque se estregaron a la estrategia “cigarra” evitando el menor reconocimiento de las dificultades financieras estaban dando la cara. Negaron la crisis, ganaron las elecciones inmediatas para derrumbarse con estrépito tres años más tarde. Tuvieron su epifanía infernal.♦