América Latina y el Caribe es de la mayor trascendencia para España en términos de intercambios comerciales e inversiones. Las exportaciones sumaron 15.332 millones en 2019. Y una tercera parte del stock de inversión directa extranjera española en el mundo se ha dirigido a América Latina y el Caribe, situándose en 2019 sobre los 146.000 millones de euros frente a un volumen total mundial de 458.000 millones de euros. Lo que sitúa a España como el segundo inversor de la región, solo superado por EEUU.


Texto: Ramón Casilda
Texto de la conferencia de Ramón Casilda, profesor del Instituto Universitario de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá, en la II Conferencia Anual del Instituto de Estudios Económicos, que en colaboración con el Banco Mundial se realizó el pasado mes de junio bajo el título “La situación actual y perspectivas de las inversiones energéticas y el sector eléctrico en América Latina” .


Permítaseme una incursión en la economía latinoamericana, que ya antes de la llegada de la covid-19 o coronavirus, hacia el mes de febrero de 2020, presentaba una situación compleja. Mostraba una desaceleración generalizada y sincronizada de la actividad a nivel de países y de sectores, completando seis años de bajo crecimiento, incluido el 2020. Se estimó una disminución en la demanda interna, acompañada por una baja demanda externa y unos mercados financieros internacionales más frágiles1.

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La economía latinoamericana

Estas reducidas tasas de crecimiento económico obedecen a factores estructurales y cíclicos. Desde el punto de vista estructural, el crecimiento potencial sigue limitado por la baja inversión, el escaso crecimiento de la productividad, un clima empresarial débil, insuficientes infraestructuras y la baja calidad de la educación. Desde el cíclico, el crecimiento se ha visto frenado por el bajo desempeño de la economía mundial, por la caída de los precios de las materias primas, la elevada incertidumbre de la política y la menor demanda proveniente de algunos de sus principales socios comerciales como es el caso de la economía china.

En este escenario la pandemia de la covid-19 ha desencadenado una crisis inédita con serias consecuencias económicas, sanitarias y sociales. La propagación del coronavirus, que se extendió rápidamente a nivel mundial, llevó a los Gobiernos de los distintos países a tomar medidas extremas de confinamiento, las cuales frenaron las actividades de producción y comercio de bienes y servicios, impactando directamente en un gran número de industrias debido a la paralización de las cadenas de suministro globales2.

A partir de aquí, América Latina sintió cómo sus principales motores se veían seriamente perjudicados. Por un lado, la fuerte caída de las exportaciones debido a la menor demanda de China y de los países desarrollados; y por otro, las inevitables restricciones sanitarias como es el caso de la industria del turismo, seriamente golpeada3, que afectó no solo a los ingresos de las empresas sino también al ingreso de divisas y al equilibrio de las cuentas externas. Además, hay que añadir una disminución del volumen de remesas, aunque no en todos los países por igual (México constituye una positiva excepción)4. En cuanto al empleo, este no ha regresado a los niveles anteriores a la covid-19. Las pérdidas de ingresos han agravado la pobreza y la inseguridad alimentaria en muchos países.


“El informe del Banco Mundial ‘Perspectivas Económicas Mundiales, junio 2021’ prevé que el crecimiento del PIB regional será de un 5,2% en 2021, para disminuir hasta el 2,9% en 2022, cuando el PIB será aún un 1,5% más bajo que en 2019. En Brasil se espera un crecimiento del 4,5%, en Méjico del 5%, en Argentina del 6.4%, un 5,9% en Colombia, un 6.1% en Chile y un 10% en Perú”


Recientemente el informe del Banco Mundial «Perspectivas Económicas Mundiales, junio 2021»5 prevé que el crecimiento del producto interior bruto (PIB) regional será de un 5,2% en 2021, suponiendo que haya un avance moderado en la distribución de las vacunas en la mayoría de los países, menores restricciones a la circulación, efectos secundarios positivos derivados de las economías avanzadas y un aumento en los precios de los productos básicos.

Asimismo, se estima que el crecimiento de la región disminuirá hasta un 2,9% en 2022. La mayoría de los países tardarán mucho tiempo en lograr recuperarse plenamente y volver a los niveles de producción anteriores a la pandemia. Se prevé que, en 2022, el PIB per cápita de la región será un 1,5% más bajo en comparación con su nivel de 2019. Se pronostica que la economía de Brasil crecerá un 4,5% en 2021, con la ayuda de una nueva ronda de pagos de emergencia a los hogares y condiciones de crédito interno e internacional benignas. México se expandirá un 5% en 2021, ya que se espera que la industria manufacturera y el sector de los servicios se beneficien de un aumento en la demanda de exportaciones vinculadas con el fuerte crecimiento de los Estados Unidos. Argentina repuntará un 6,4% en 2021, mientras que la economía de Colombia se expandirá un 5,9%. Chile alcanzará un 6,1% y Perú crecerá un 10,3%.

Se espera que el crecimiento en América Central alcance un 4,8% en 2021 con remesas firmes y aumentos en los precios de los productos básicos. Con respecto al Caribe, donde la carga de casos de covid-19 ha sido relativamente baja, se prevé una expansión del 4,7% en el crecimiento, aunque las perspectivas para la mayoría de las economías que dependen del turismo se han revisado a la baja, dado que la recuperación de ese sector aún es lenta. Los riesgos en relación con las perspectivas económicas incluyen un ritmo de vacunación más lento que el esperado, surgimientos de nuevos casos, reacciones adversas del mercado a condiciones financieras complicadas y alteraciones relacionadas con malestares sociales y desastres naturales.


“La crisis de la región ha sido superior a la de todas las demás áreas en desarrollo del mundo. La deuda pública en las economías medias aumentó en 2020 hasta el 64% y la externa también creció”


La duración de la recuperación dependerá, en gran medida, de la rapidez con que se contenga la pandemia. Las que sí se han acrecentado son las inquietudes acerca de la sostenibilidad fiscal, porque la deuda pública bruta en las economías medias aumentó en el año 2020 hasta el 64%, y la deuda externa también creció. A más largo plazo, no adoptar políticas para subsanar el daño provocado por la pandemia, como invertir en nuevas tecnologías e infraestructuras, debilitaría las perspectivas y la competitividad regional. Podría ocurrir que se superaran las expectativas si se produjeran, mediante los canales comerciales y de confianza, efectos secundarios positivos mayores que los previstos debido a la fuerte recuperación del crecimiento en los Estados Unidos (informe del Banco Mundial «Perspectivas Económicas Mundiales, junio 2021»).

En este contexto, las posiciones y el liderazgo de las inversiones españolas se encuentran ante una crisis que les reclama analizar de primera mano la situación y posible evolución de la economía latinoamericana. Por ello, para las empresas españolas es fundamental contar con un análisis riguroso como el que ofrece el informe «Volver a crecer».

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El informe «Volver a crecer”

Este informe indica que, desafortunadamente, América Latina y el Caribe ha sido una de las regiones del mundo más afectadas en términos económicos y sociales, con una caída estimada del producto interior bruto (PIB) superior a la de las economías avanzadas, así como a las de todas las demás áreas en desarrollo. Solo en un par de países los resultados han sido sistemáticamente negativos. Algunos países de la cuenca del Caribe figuran entre aquellos que experimentan una mayor caída de la actividad económica debido a su fuerte dependencia del turismo –el sector más directamente afectado por las medidas de distanciamiento físico–. Las tasas de desempleo aumentaron, en algunos países, de manera significativa. En tanto que las tasas de pobreza también se han incrementado considerablemente, aunque las transferencias sociales –en algunos países, a gran escala– contribuyeron a amortiguar el impacto social de la crisis, como es el caso de México y Centroamérica.

En cuanto al sector «eléctrico» (de suma importancia para las empresas españolas por su presencia, de más de tres décadas), la disrupción tecnológica puede convertirse en un motor de cambio en ámbitos en los que las reformas políticas se han estancado. Esto es válido no solo para la digitalización sino también para otras innovaciones que podrían generar una mayor competencia en el mercado y aumentar la eficiencia económica. Concretamente la producción de electricidad, un sector que está experimentando una profunda transformación en todo el mundo, es un ejemplo de ello. Dado que la electricidad es un insumo para la mayoría de las actividades económicas –por su importancia para el bienestar de los hogares y porque es fundamental para el desarrollo sostenible–, reducir su coste y aumentar su limpieza podría ser transformativo.

En gran medida gracias a su rica dotación de energía hidroeléctrica, América Latina y el Caribe tiene la matriz de generación de electricidad más limpia de todas las regiones en desarrollo. Siguen observándose importantes diferencias entre los países, ya que las islas pequeñas dependen del gasoil y del fueloil. No obstante, en general, dado que el coste de generación a partir de fuentes renovables es menor, la región debería tener la «electricidad» más barata del mundo en desarrollo. Su ventaja respecto a otras regiones en desarrollo se ampliaría incluso si se aplicara un hipotético impuesto sobre el carbono en todas las regiones para penalizar las emisiones.

Sin embargo, América Latina y el Caribe tiene la «electricidad» más cara del mundo en desarrollo. Esta paradoja se debe, en parte, a la elevada prevalencia de subsidios energéticos en otros lugares. Con todo, independientemente de lo que hagan los países de otras regiones, las empresas y los hogares de América Latina y el Caribe pagan significativamente más por la electricidad que consumen de lo que costaría producirla según la matriz de generación existente, incluso si al coste se añadiera un hipotético impuesto sobre el carbono.

Salvo en unos pocos países, la diferencia entre los altos precios de la «electricidad» y los costes de generación potencialmente bajos no se debe a la política fiscal. Los impuestos indirectos que se aplican a las facturas de la electricidad no suelen superar el 20%. En la mayor parte de la región, las tarifas eléctricas están subsidiadas: directamente, en el caso de los consumidores de recursos modestos; e indirectamente, a través del suministro de gas natural barato para la generación de electricidad.

El principal motivo por el que la electricidad es más cara en América Latina y el Caribe de lo que podría permitir su matriz de generación es la ineficiencia de muchos de sus sistemas eléctricos. Esta ineficiencia se manifiesta en la frecuencia y duración de los apagones, en la magnitud de las pérdidas técnicas y comerciales, en el exceso de personal de las empresas estatales y en el poder de mercado que ejercen los generadores privados.

No obstante, abordar dicha ineficiencia por medio de reformas políticas podría suponer un reto en una época en la que las economías apenas se están recuperando de la crisis de la covid- 19 y tras un periodo de intensa agitación social. Una alternativa es sacar provecho de las soluciones basadas en la tecnología para aumentar la competencia en el sector, reducir los precios de la electricidad y aumentar la participación generada a partir de fuentes renovables. Una de estas soluciones es la generación descentralizada, que permite a las empresas y a los hogares recurrir a sus propias fuentes de energía –por lo general, paneles solares– para vender o comprar electricidad en la red en función de la hora del día. La otra es el comercio fronterizo de electricidad, que aprovecha las diferencias en la capacidad instalada, los costes de generación y el momento de máxima demanda para generar beneficios mutuos. Cada una de estas soluciones tiene un potencial considerable, pero solo si existe el marco institucional adecuado.

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Las inversiones españolas en América Latina y el Caribe

América Latina y el Caribe es de la mayor trascendencia para España en términos de intercambios comerciales e inversiones, representando una destacada prioridad en los planes de internacionalización para un buen número de empresas españolas. Lo que, junto con otros muchos factores, hace que tenga un carácter estratégico para la política comercial española. Por consiguiente, es preciso continuar potenciando las relaciones económicas iberoamericanas que se han profundizado notablemente durante las últimas tres décadas.

En concreto, las exportaciones españolas sumaron 15.332 millones de euros en 2019, mientras que en 2009 solo llegaban a 7.400 millones de euros. Las importaciones han tenido, igualmente, una evolución positiva, situándose, en 2019, en los 16.690 millones de euros, lo que arrojó un déficit de más de 1.300 millones de euros. Sin embargo, durante 2020 se ha registrado un deterioro bastante pronunciado como consecuencia de la pandemia, con una caída cercana al 25% en nuestras exportaciones y de un 17% en las importaciones. No obstante, las previsiones son optimistas de cara a que, en el 2021, se recuperará la senda ascendente iniciada en 2009 y que los intercambios comerciales lograrán niveles previos a la covid-19.


“El de Mercosur es el acuerdo más ambicioso de la UE. Mercosur es un mercado muy proteccionista, con aranceles del 35% en automoción, textiles y calzado, del 18% en productos químicos o del 14% en farmacéuticos. El ahorro de aranceles podría llegar a los 4.000 millones de euros al año, es decir, ocho veces los beneficios del acuerdo con Canadá y cuatro veces los del acuerdo con Japón”


Si por el lado comercial ha sido muy bueno, por el lado de las inversiones el crecimiento ha sido sencillamente espectacular, situándose España como el segundo país inversor en América Latina y el Caribe, tan solo superado por Estados Unidos. Y es en este ámbito donde se refleja la verdadera importancia que representa para la economía y las empresas españolas. Así, merece la pena reseñar que alrededor de una tercera parte del stock de inversión directa extranjera española en el mundo se ha dirigido a América Latina y el Caribe, situándose, en 2019, sobre los 146.000 millones de euros frente a un volumen total mundial de 458.000 millones de euros.

De esta manera, se ha alcanzado, con el paso del tiempo, una interdependencia económica notable entre España, Latinoamérica y el Caribe que ha resultado extremadamente beneficiosa para ambas partes. La vocación de permanencia de las empresas españolas en aquellos países en los que operan ha ayudado a lograr un mayor grado de estabilidad económica en la región, como es el caso del sistema financiero durante las últimas tres décadas.

Conviene referirse a otro aspecto destacable de la interdependencia económica que se ha ido potenciando en ambos sentidos. En España es cada vez mayor el número de empresas latinoamericanas conocidas como «multilatinas»6, que otorgan a nuestro país un papel destacado en sus planes de internacionalización. Las «multilatinas» representan no solo la buena gestión y la competitividad latinoamericanas, sino también el hecho de elegir España como hub o centro de operaciones por contar con factores estructurales y de calidad de vida que la convierten en una localización óptima para sus negocios y actividades con la Unión Europea y con África.

Respecto a la evolución y las perspectivas de las relaciones bilaterales iberoamericanas, estas deben buscar las respuestas adecuadas a los desafíos de todo tipo que se plantean una vez superada la covid-19. Y es que la pandemia proporciona una buena oportunidad para que los Gobiernos latinoamericanos redefinan sus políticas económicas y renueven su compromiso con la apertura exterior, la atracción de inversiones estables y la integración económica y comercial.

Otro acontecimiento importante lo representa el acuerdo Unión Europea-Mercosur, que ofrece la posibilidad de reforzar el papel de la Unión Europea en las grandes instituciones internacionales y financieras. En tanto que, desde el punto de vista comercial, se trata del acuerdo más ambicioso de la Unión Europea. Por su parte, Mercosur es un mercado muy proteccionista, con aranceles del 35% en automoción, textiles y calzado; del 18% en productos químicos, o del 14% en farmacéuticos. El ahorro de aranceles podría llegar a los 4.000 millones de euros al año, es decir, ocho veces los beneficios del acuerdo con Canadá y cuatro veces los del acuerdo con Japón. A su vez, Mercosur accede con iguales beneficios al mercado europeo (el más grande del mundo después de China) con 500 millones de consumidores de alto poder adquisitivo. También se debe recordar que el acuerdo otorga a la Unión Europea la «ventaja del pionero» en compras públicas, ventaja que Mercosur no ha concedido todavía a ningún otro país, a pesar de que China es su principal socio comercial.

Es importante destacar, asimismo, que España continuará promoviendo los vínculos económicos entre América Latina y el Caribe con la Unión Europea y con todos los países y bloques económicos del ámbito iberoamericano: «Seguiremos liderando la vigilancia de la buena aplicación de los acuerdos comerciales ya en vigor, impulsando la ratificación definitiva del acuerdo con Mercosur y fomentando los instrumentos financieros, de formación, información y promoción de la internacionalización de las empresas, las cuales son, en definitiva, las auténticas protagonistas en la apertura de nuevos mercados», declaraba la Secretaria de Estado de Comercio, Xiana Margarida Méndez Bértolo.


“Hay un descenso en los flujos de inversión española en la zona, desde el máximo de 15.643 millones, en 2014, se pasa a 5.965 millones en 2018 y a 3.800 millones de euros en 2019”


Por otro lado, la inversión española sectorial, si bien presenta un grado notable de diversificación, no obstante, se concentra en cuatro epígrafes que suponen el 58%: sector financiero (25,7%); telecomunicaciones (17%); suministro de energía eléctrica y gas (8,2%), seguros, reaseguros y fondos de pensiones (7,1%). En todos estos sectores destacan las multinacionales españolas, cuyo interés en el mercado latinoamericano ha sido constante a lo largo de los años7.

Respecto a los «flujos», se observa un descenso desde el máximo de 15.643 millones de euros logrado en 2014, para bajar a 5.965 millones de euros, en 2018, y seguir haciéndolo en 2019 hasta los 3.800 millones de euros (-63,7%). Destacan las caídas en Argentina (-66,7%) y México (-91%). Brasil, aunque igualmente descendió hasta 1.522 millones (-19,6%), sin embargo, logró el tercer puesto a nivel mundial (10,3%), tras Estados Unidos (26,4%) y Francia (20,7%), y por delante del Reino Unido (6,7%).

El primer sector receptor de inversión, en 2019, fue el de las telecomunicaciones, con un 15% del total, seguido por la industria química (14,3%), almacenamiento y actividades anexas al transporte (14,2%) y fabricación de vehículos a motor (12,9%). El sector financiero, tradicionalmente el preferido, redujo su participación del 53,7% de 2018 hasta el 4,3% en 2019. Con respecto a la distribución sectorial, la inversión española presenta un grado notable de diversificación.

Es cierto que la situación actual aconseja que debemos ser, ante todo, realistas, pero no por ello dejar de ser optimistas, porque América Latina y el Caribe es una gran región del mundo, aunque la crisis del coronavirus tendrá consecuencias hondas y hasta hoy desconocidas; pero, a la vez, también se abren nuevos espacios y marcos operativos que ofrecen oportunidades y desafíos, poniendo a prueba el liderazgo de España como primer inversor europeo y segundo mundial tras Estados Unidos. Para la situación y las perspectivas de las inversiones en América Latina y el Caribe, véase el Cuadro 1, y para una visión de futuro, véase el Cuadro 2.♦

1. Situación y perspectivas de las inversiones españolas en América latina y el Caribe

Debilidades
1• Acumulación de la IED en un número reducido de países y empresas
2• Concentración en el sector servicios, teniendo en cuenta que se encuentra sujeto a cambios rápidos según la ideología de los Gobiernos y muy expuesto a la regulación y a la opinión pública.
3• La imagen y la percepción empresarial que se proyecta distorsiona la verdadera dimensión, capacidad y potencia, lo cual exige esfuerzos continuados para mejorarla.
4• Se considera a la empresa española como una consumidora de tecnologías avanzadas, pero carente de capacidad para producir investigación, desarrollo e innovación.
5• Imagen negativa, derivada principalmente de las transferencias de rentas hacia el exterior.
6• Falta de una marca que identifique la Marca España como avanzada segura y moderna
Amenazas
1• Número limitado de grandes empresas, especialmente en el mercado brasileño y mexicano.
2•
Efecto negativo por la venta de empresas y bancos líderes o deseos de abandonar sus negocios.
3•
Pocos resultados positivos en términos de spillover en la estructura productiva local.
4•
Bajo nivel de encadenamiento productivo con proveedores locales.
5•
Fuerte competencia en todos los sectores de servicios.
6•
Seguridad jurídica y problemas de gobernabilidad regional.
7•
Cambios políticos que impulsan la nacionalización, el control y la participación del Estado especialmente en el sector de los servicios.
8•
Bajo crecimiento y retroceso económico en los principales países y bloques comerciales.
9•
Amplia vulnerabilidad frente a una crisis económica y sanitaria como la de la covid-19.
10•
Fuerte riesgo de depreciación monetaria en los mayores países receptores de inversiones (Brasil y México).
Fortalezas
1• Vocación de permanencia en los países, aunque con cambios en los últimos tiempos.
2• Adaptación rápida a la cultura, a los requisitos y a los estándares locales.
3• Posición dominante en importantes mercados y en el conjunto de la región.
4• Liderazgo en el sector de banca, concesiones, telecomunicaciones, construcción y turismo.
5• Alta capacidad para gestionar tecnologías avanzadas y ponerlas en valor.
6• Dinamismo tecnológico en el desarrollo de nuevos productos en el sector servicios.
7• Implantación de nuevos servicios, beneficiosos para los consumidores.
8• Organización, eficiencia y alta capacidad de gestión.
9• Habilidades y conocimiento de los mercados para aprovechar ventajas y ganar competitividad.
Oportunidades
1• Presencia en las principales economías y bloques comerciales regionales.
2• Amplio espacio para el crecimiento de los sectores de servicios debido a los bajos niveles de consumo y a la creciente concentración urbana.
3• Consumidores ávidos de tecnologías, relacionadas con la fuerte urbanización.
4• Aumento del nivel de encadenamiento productivo con proveedores locales.
Fuente: Autor

2. Visión de futuro de las empresas españolas en américa latina y el caribe

Visión I. Inversión en nuevas áreas geográficas
Invertir preferentemente en áreas desarrolladas.
Invertir selectivamente en la UE, EE. UU., Canadá y Australia.
Invertir-desinvertir selectivamente en países emergentes europeos.
Invertir en países emergentes asiáticos.
Visión II. Inversión y/o desinversión
Nuevas inversiones-desinversiones en la Alianza del Pacífico.
Nuevas inversiones-desinversiones en Mercosur.
Nuevas inversiones selectivas por países.
Nuevas inversiones con socios locales, regionales o extrarregionales.
Visión III. Ante las nuevas oportunidades
Potenciar negocios de valor añadido.
Potenciar negocios ambientales, agua, infraestructuras, ciudades inteligentes.
Potenciar fusiones y adquisiciones locales y regionales.
Potenciar alianzas y acuerdos estratégicos locales y regionales.
Visión II. Ante los cambios estructurales
Contribuir al cambio del modelo productivo.
Contribuir al desarrollo de las infraestructuras.
Contribuir al desarrollo de la responsabilidad social y buen gobierno corporativo.
Contribuir a reforzar las instituciones
Fuente: Autor

1 Sobre la situación anterior a la covid-19 puede consultarse Ramón Casilda Béjar (septiembre 2019), «América Latina: situación actual y perspectivas económicas». Documentos de Trabajo. Instituto de Estudios Latinoamericanos. Universidad de Alcalá.
2 Las cadenas de suministro globales, como redes de producción que ensamblan productos, utilizan componentes de todo el mundo, conocidos como bienes intermedios, que son especialmente importantes en la fabricación de automóviles. Antes de la covid-19 el comercio de bienes intermedios era casi el doble que el comercio de bienes finales.
3 La situación parece difícil de sobrellevar en los países pequeños especializados en el sector, pero también es preocupante por la magnitud de afectados.
4 México recibió, en 2020, la cantidad de 39.500 millones de dólares, lo que supone un incremento del 8,4% respecto a 2019.
5 https://openknowledge.worldbank.org/bitstream/handle/10986/35647/9781464816659.pdf
6 Ramón Casilda Béjar (2014-2015), América Latina. Las empresas multilatinas. Instituto de Estudios Latinoamericanos. Universidad de Alcalá. https://biblioteca.clacso.edu.ar/Espana/elat/20161221043818/pdf_1397.pdf
7 Secretaría de Estado de Comercio (junio, 2020), Relaciones bilaterales España-Latinoamérica y El Caribe. Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Gobierno de España.