“Para cuadrar las cuentas públicas no se podrá incurrir en tantos dispendios como algunos prometen, ni reducir sensiblemente los impuestos como otros proponen”.
![JP Marín Arrese, economista](https://i0.wp.com/revistaconsejeros.com/wp-content/uploads/2020/06/autor-arrese-150x150-1.jpg?resize=150%2C150&ssl=1)
La economía, como expresión sumaria de la realidad, suele mostrarse en extremo terca y tozuda. Ni valen las recetas milagreras ni los atajos, menos las ocurrencias, para afrontar los retos que plantea. Por desgracia, en la pugna electoral sin cuartel ni concesiones que se avecina, asistiremos a una confrontación de trazo grueso carente de un debate mínimamente coherente en este terreno. Predicar una cultura del esfuerzo para asegurar superiores niveles de competitividad y eficiencia, única vía de elevar los niveles de vida y asentar la prosperidad colectiva, o insistir en la imperiosa necesidad de equilibrar las cuentas públicas antes de que los mercados nos fuercen a ello, son mensajes que no llenan las urnas. Brinda más réditos prometer la sopa boba u organizar tómbolas con universal reparto de boletos premiados, siempre que no reste credibilidad tanta dádiva gratuita. Seremos testigos de un diálogo de sordos entre unos vendiendo logros al por mayor y otros negando a los primeros el pan y la sal.