Ningún administrador o consejero de una empresa liquidada en un concurso fortuito puede dormir tranquilo porque, sistemáticamente, la AEAT está derivando la responsabilidad a los consejeros.

Texto: Juan Osuna (Socio de fiscal en Fieldfisher) •

Juan Osuna
Juan Osuna

Está ciertamente instaurada en España la sensación de que una empresa que acaba en concurso de acreedores ha supuesto un fracaso del empresario y, por lo tanto, la vía concursal tiene aún en nuestro país una cierta connotación negativa. Por el contrario, en Estados Unidos se celebra a los empresarios de éxito haciendo referencia a los teóricos fracasos previos. Un resumen de este pensamiento americano es la frase atribuida a Bill Gates “Está bien celebrar el éxito, pero es más importante prestar atención a las lecciones del fracaso”. También es ilustradora la frase de Walt Disney que dijo que “Todo el mundo se cae. Pero al levantarte es cómo realmente aprendes a andar“. Con anterioridad a la creación de los cimientos de lo que hoy es Disney, Walt Disney creó una serie de empresas, entre 1920 y 1923 que, en parte, por ser extremadamente innovador y ,en parte, por claros errores de inexperiencia, tuvo que cerrar. Dichas empresas asumo, como todas las que se cierran, tuvieron deudas con proveedores y Administraciones Públicas que fueron impagadas.

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