En la búsqueda de consejeros se señalan tres “drivers”: experiencia (ejecutiva y en consejos), diversidad (y no solo de género) y edad. Habría que añadir la “complementariedad”
Texto: Julio Moreno y Alberto Terrón •
Socios de Kingsley Gate Partners •
Por más códigos y buenas prácticas de buen gobierno que se instituyan en los mercados de capitales, al final, lo que determina la verdadera independencia de un consejero no es su denominación, sino la propia persona. Incluso por encima de las matrices de competencias o las estructuras y perfiles de los consejos, como hace poco recordaba en una entrevista con “Consejeros” Alberto Terol. En realidad, lo que define a un buen consejero, independiente o no, es su aportación de valor -desde la autonomía de criterio y la neutralidad- a la estrategia de la empresa y a los problemas que a esta se le plantean. De hecho, no es infrecuente ver a consejeros dominicales con bastante más autonomía de criterio que los denominados “independientes”, e incluso al revés, dándose casos de independientes alineados acriticamente con las directrices de accionistas o grupos de control.