En las últimas semanas Alemania ha logrado reducir su dependencia energética de Rusia: del 35% del petróleo, en 2021, al 12% actual. Del 50% del carbón al 8%. Y del 50% del gas al 35%. Y parece dispuesta a respaldar un embargo europeo al petróleo ruso (Europa le compra unos €450 millones diarios a Moscú) aunque Putin podría beneficiarse de la subida de precios mientras la economía europea, y mundial, sufren las consecuencias. Pero la desconexión del gas ruso llevará más tiempo. Las encuestas dicen que la mayoría de los alemanes está a favor de un embargo total e inmediato. Pero también dicen que está en contra de sus previsibles consecuencias: recesión, inflación, paro…
EN LA PEOR CRISIS DE EUROPA desde hace 70 años, el mundo mira hacia Alemania, pero hasta ahora Berlín no parece cumplir con las expectativas. “No somos ni ángeles ni dioses”, responde el ministro de Economía, el verde Robert Habeck. Al canciller socialdemócrata Olaf Scholz se le critica dentro y fuera del país ante dos medidas radicales, suministrar tanques a Ucrania y dejar de importar energía rusa. En las últimas semanas ha logrado reducir esa dependencia energética (del 35% en 2021 al 12% del petróleo actual, del 50 al 8% del carbón, y del 50 al 35% del gas), pero un embargo del gas ruso estrangularía la economía alemana (El Bundesbank cifra el coste en no menos de 180.000 millones y una recesión). Tampoco le resultará fácil compensar el 12% restante del petróleo que compra a Putin porque la refinería de Schwedt en Brandenburgo pertenece al consorcio ruso Rosneft, al que no le interesa cambiar de proveedor. Más difícil es la situación del gas: el 35% procede de Rusia;