A finales de 2020 Zambia se convirtió en el primer país africano en incumplir sus compromisos de deuda, sumándose así a Ecuador, Líbano, Belice, Surinam y Argentina. Y el proceso solo acaba de empezar. En el terreno empresarial, las agencias de calificación esperan que el pico de impagos llegue entre marzo y junio, y alcance al 9% de los emisores.
En los nueve primeros meses de 2020, de acuerdo con el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF por sus siglas en inglés) que representa una suerte de asociación bancaria internacional, la deuda a escala global había aumentado en 15 billones de dólares y, seguramente, exceda los 277 billones (europeos) al concluir 2020.
De forma que al término del año la deuda mundial ascendería al 365% del PIB frente al 320% con el que acababa 2019, a la sombra de las elevadas cifras en los países desarrollados que sólo son posibles debido a que nadie duda del papel de prestamista de última instancia de sus bancos centrales. De hecho, en lo transcurrido de año hasta el 3tr20, el IIF estima que la deuda de las economías avanzadas aumentó en 50 puntos hasta situarse en el 432% del PIB. No obstante, dicho incremento no se distribuía de forma homogénea y la mitad era explicado por EEUU donde el total de la deuda se situaba en 80 billones $ frente a los 71 billones $ de finales de 2019.
El otro gran país que protagonizaba el fortísimo incremento de la deuda era China debido al incremento de las cargas de las empresas no financieras, lo cual hacía que el total de la deuda emergente aumentase hasta 76 billones $ en el 3tr20. Una situación que contrastaba con el descenso de la deuda en dólares del conjunto de los emergentes una vez excluidas las cifras chinas, si bien esto no suponía una noticia tan positiva ya que la depreciación de las divisas de muchos emergentes era clave para explicar que la cuantía de sus obligaciones traducidas a billetes verdes descendiese.