El nuevo gobierno aumentará la inversión -se compromete, entre otras cosas, a levantar 400.000 viviendas al año, 100.000 de protección oficial– pero sin elevar los impuestos y respetando el techo de la deuda, que se restablecerá en 2023. Elevará el salario mínimo, a 12 € la hora, y asegura la estabilidad de las pensiones en torno al 48% de la renta.
DE DINERO Y DEL PAPEL DEL ESTADO. De eso va el nuevo gobierno alemán. El nuevo Gobierno es rojiverde y liberal; es decir una coalición de socialdemócratas, verdes y liberales del FDP. Tras dos meses de negociaciones, presentaron a finales de noviembre su pacto de Gobierno de coalición. Pero el dinero les separa. La cuestión es cuánto les separa y cuál es el precio que pagarán por gobernar. Fuerzas centrífugas están en juego. Y todos podrían salir perdiendo, el SPD por no implementar su política de justicia social, Los Verdes por no imponerse con sus criterios ecologistas en los plazos previstos y los liberales por aflojar en sus dos condiciones mínimas para cogobernar: ninguna subida de impuestos y mantener el freno a la deuda pública. La ley alemana establece que el déficit fiscal no puede exceder el 0,35% del PIB, excepto en años difíciles como los actuales de la pandemia. La gran diferencia entre Verdes y liberales es la política de finanzas. Es el obstáculo más grande para gobernar. Todo un dilema político en el que por lo menos destaca un hombre fuerte cuya autoridad es hoy indiscutible, el socialdemócrata Olaf Scholz, el nuevo canciller.
Scholz ha convertido a su partido, el SPD, en una fuerza política relevante y no acepta críticas internas al socio liberal FDP, que con su propuesta de reducir el Estado y bajar los impuestos, está lejos de los postulados socialdemócratas. Por ahora Scholz es la estrella tras la pandemia, el abogado de una política social y de inversión en la reestructuración de la sociedad industrial alemana. Su principal objetivo es la apuesta por las energías renovables para orientar la industria y la economía hacia la neutralidad climática. “Olaf Scholz será un canciller fuerte”, dice el halcón liberal y próximo ministro de Finanzas Christian Lindner. Es decir, hay consenso.