El dinero que inyectan los bancos centrales no fluye, se queda en el sistema financiero mientras empresas y particulares acumulan tesorería. La velocidad de circulación del dinero está en mínimos.
Texto: Bruno Cavalier, Economista Jefe de Oddo BHF •
Hay fórmulas de las que todo el mundo ha oído hablar sin entender siempre lo que representan. La referencia clásica en este ámbito es la teoría de la relatividad de Einstein E = mc. En la teoría monetaria, podemos citar MV = PQ. A partir de esta ecuación de cambio, lo que se suele retener es que la inflación es un fenómeno exclusivamente monetario. Esto puede incluso equivaler a un punto de dogma para algunos, que se apresuran a ignorar los supuestos subyacentes. Así, el aumento de la masa monetaria (M) en el momento de la pandemia ha dado lugar a predicciones alarmistas sobre la evolución de los precios (P). Veamos con más detalle esta tesis…
“Las masivas inyecciones de dinero generan alzas en los precios de los activos pero las operaciones ‘especulativas‘ no engrosan el PIB nominal”
DETERMINANTES DE LA INFLACIÓN: ¿REALES O MONETARIOS?
Tras el descubrimiento del Nuevo Mundo, la cantidad de metales preciosos que circulaba en Europa se disparó, lo que se tradujo en un aumento de los precios. Pronto, los expertos de la época comenzaron a reflexionar sobre la posible relación causal entre la cantidad de medios de pago y la inflación. El debate ha durado ya más de cinco siglos. La teoría cuantitativa del dinero, que formaliza esta causalidad, ha sido revisada a menudo y es fuente de una amplia literatura teórica y empírica. En los años 50, Milton Friedman le dio tal impulso que impuso el adagio de que la inflación es siempre y en todo momento un fenómeno monetario, lo que implicaba ignorar la influencia de la economía real. Esta doctrina monetaria ha influido durante mucho tiempo en la forma en que debían actuar los bancos centrales (controlar el dinero significaba controlar los precios). Por supuesto, los medios de pago y el sistema económico de hoy tienen poco que ver con el siglo XV, o incluso con la época en que dominaba el pensamiento de Friedman. El hecho es que un shock en la oferta monetaria plantea la cuestión de sus posibles efectos inflacionistas. La cuestión es tanto más urgente cuanto que la creación de dinero en 2020 experimentó un aumento sin precedentes (1º gráfico). La inflación se ha mantenido hasta ahora bastante baja (2º gráfico ), pero ¿qué nos deparará el futuro?