“Con tales compañeros de viaje, la táctica de airear las bondades económicas del Ejecutivo saliente hace aguas sin necesidad de que la Oposición se esfuerce”.

JP Marín Arrese, economista
JP Marín Arrese

El reto lanzado por la vicepresidenta Nadia Calviño al principal partido de la Oposición para celebrar un debate económico, ha caído en saco roto. El PP ni se ha dignado darse por enterado. Sin duda, evitando correr riesgos innecesarios cuando las encuestas le favorecen. Todavía se recuerda el revés con que se saldó hace años la apuesta de enfrentar a Manuel Pizarro con Pedro Solbes. Son debates que suele ganar quien ostenta el poder y que sólo despiertan interés si se plantean como duelo entre primeros espadas. Hasta el guión resultaba previsible, la representante del Ejecutivo defendiendo con cifras en la mano que nuestra economía marcha viento en popa y su oponente ofreciendo una versión calamitosa de la situación. Por acertados que resulten los análisis y las propuestas, cuenta siempre más la efectividad de los mensajes. Poco sacarían en claro los espectadores, más allá de constatar cómo pueden justificarse visiones tan divergentes de una misma realidad. Aunque la economía no alcance estatuto de ciencia exacta, un espectáculo de esta índole sólo conduciría a ampliar el escepticismo en torno a su naturaleza objetiva. Bien es verdad que la política no se asienta precisamente en la sinceridad, primando los sentimientos sobre la verdad.

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