“El saldo negativo de la balanza de bienes y servicios con el resto del mundo se ha convertido en un superávit del 3,4% del PIB en 2023.”
El sector exterior de la economía española ha sido el flanco vulnerable que frenaba el crecimiento económico. Todo avance del PIB, inversión o consumo, generaba un mayor déficit entre los ingresos y pagos con el resto del mundo. Devaluaciones de la peseta. Una estrecha correlación se había establecido entre demanda domestica e importación de bienes; una brecha que no conseguían tapar los ingresos del turismo. Los informes anuales sobre la economía española de los economistas del FMI insistían reiteradamente en la necesidad de tapar esa brecha. Ahora bien, el saldo negativo de la balanza de bienes y servicios con el resto del mundo se ha convertido en un superávit equivalente al 3,4% del PIB en el año 2023. Un año en el que el déficit comercial se ha reducido en un 40% con respecto a 2022 (40.560 millones de euros vs 71.603 en 2022).
La corrección obedece al recorte de la factura energética pero también a los incrementos hasta máximos históricos de las exportaciones españolas de alimentos, automóviles y bienes de alta y media tecnología. El descenso interanual en 2023 de un 1,4% de las exportaciones se corresponde directamente con la caída en un 20% del valor de las ventas de productos refinados por parte de España. Valía menos la materia prima importada pero también los productos refinados exportados. Titulares de prensa han señalado este descenso del 1,4% de las exportaciones, lo que siendo aritméticamente correcto no refleja la evolución de las mismas. En 2023 el numero de exportadores regulares se ha incrementado en un 27% con relación a 2010. Asimismo, las exportaciones españolas en 2023 han aumentado en un 32,3% sobre los niveles previos a la pandemia mientras que el avance de la eurozona ha sido del 26,2%, 16,4% en el Reino Unido y 22,9% el de EEUU.
Atención sin embargo al comercio internacional que está sufriendo una profunda transformación. La globalización pierde fuerza y se amplía la brecha entre países deficitarios – EE.UU., RU, Australia y Canadá – y superavitarios, China y gran parte del sudeste asiático. Curiosamente, España estaría hoy en ese grupo pero atención a las amenazas. Desde los aranceles y otras medidas proteccionistas de Trump para frenar las importaciones chinas -bajo el argumento de las ayudas de estado- a cómo el bajo consumo domestico favorece a las industrias exportadoras chinas. En EE.UU. aquellas rebajas impositivas a las grandes corporaciones para estimular la inversión se quedaron en las arcas de las sociedades. Biden trata de contrarrestar este desajuste entre producción y consumo doméstico vía grandes proyectos de inversión pero las elecciones están a la vuelta de la esquina. Una nueva administración Trump o incluso demócrata empeñada en reducir el déficit seguramente acudiría a nuevas medidas proteccionistas. Y por otro lado está China, con sus acuerdos de libre comercio con el “Sur” global, 140 países de Asia, África y América Latina en los que España tiene escasa presencia a pesar de su proximidad y vínculos naturales… No podemos seguir confiando solo en que el mercado europeo garantizará nuestras exportaciones de bienes y servicios. nuestras exportaciones.♦