Dalibor Rohac, senior fellow en el American Enterprise Institute

“Si los países de la UE siguen haciendo lo que quieran, es muy posible que la legislación europea y el mercado único se conviertan en papel mojado”

“Hemos visto países que, en determinadas situaciones, han dejado de lado las leyes europeas y sus compromisos con Europa y se han puesto a buscar lo que ellos consideran su interés nacional. El ejemplo más reciente es el de los camioneros y agricultores polacos, que han llevado a su gobierno a adoptar medidas unilaterales contra el cereal ucraniano que ignoran la legislación comunitaria y minan el mercado único. Han fijado su propia política comercial unilateral”

Hace dos décadas, Dalibor Rohac, el especialista en Europa del think tank de Washington American Enterprise Institute (AEI, según sus siglas en inglés), hubiera sido considerado como un “euroescéptico”. Pero la crisis del euro, el Brexit, el auge de los populismos y ahora la invasión rusa de Ucrania sitúan sus posiciones más bien en el centro del debate sobre el futuro de la UE. También dejan ver cuál es la visión de Estados Unidos de la Unión Europea. Aunque el Gobierno de Joe Biden ha vuelto a reconstruir los puentes con el Viejo Continente, en Washington existe el consenso unánime en que el eje francoalemán está, más que debilitado, partido, y en que Europa en el futuro será una unión de geometría variable, lo que es una forma educada de decir muchas uniones en una sola. Eso, si Donald Trump no gana las elecciones del 5 de noviembre, en cuyo caso la UE deberá, verdaderamente, aclarar qué es y qué quiere.

En España, la guerra de Ucrania nos ha demostrado, de pronto, que el centro de Europa se está moviendo hacia el Este.

Es un hecho objetivo que el centro de gravedad de la UE se ha desplazado hacia el Este. Hay más de cien millones de personas en los nuevos miembros de la UE [los países que entraron entre 2004 y 2020], que, además, han ido ganando en confianza en sí mismos y en asertividad. Pero lo más importante acaso no sea la cuestión geográfica, sino la de la diversidad, en parte porque hay una relación inversamente proporcional entre el tamaño y la diversidad de la UE y su grado de centralización. Desde la ampliación, la UE está formada por un grupo mucho más diverso de países, lo que limita el alcance de la Unión como un vehículo de unificación política. Eso supone una serie de retos para el proyecto de la europeo, que ha sido construido sobre la tensión creativa generada por dos tendencias que nunca han sido explicadas de manera clara a la opinión pública: por un lado, la idea de que la UE es una especie de proyecto para crear un Estado federal o algún tipo de unión política; y, por otro, una idea más modesta de la UE, que simplemente la ve como una entidad que provee un marco para que una serie de países cooperen, pero sin un fin político definido.

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