La legítima aspiración y anhelo de todo humano, de conocer otros mundos, resulta cada día más onerosa. Asciende el precio de transportes y alojamientos; hay mayores trabas burocráticas para el viajero; con más reglas restrictivas impuestas por cada país. Y los lugares conflictivos proliferan de año en año por la inusitada inestabilidad, generalizada. Con todo, algún ingenuo, o idealista, se empeña en cumplir su sueño, desafiando sensatas advertencias, incomodidades y peligros.
¿O no es admirable ese empecinado viajero que, incólume, dio la vuelta al mundo junto a su perro durmiendo en los soportales? ¿O ese animoso ciudadano que recorrió los cinco Continentes en bicicleta? ¿O los intrépidos que deciden, sin necesidad aparente y arrumbando toda prudencia, viajar a zonas donde no es improbable que les caiga un misil al lado, ser secuestrado por su pinta o el pasaporte que exhiben, o agredidos por un mísero puñado de dólares?
Hace bien poco, el turismo motivaba: esparcirse en lugar distinto, por su ambiente atractivo, interés cultural o mera curiosidad; beneficiaba al autóctono y al visitante, a menudo la principal fuente de ingresos; el extranjero contaba de oficio con el amparo de su Embajada ante cualquier percance. Hoy, un trotamundos puede encontrarse ante su peor pesadilla. Prensa y redes sociales avivaron el caso de Hannah Almond, británica de 32 años, experta en moda. Llegada a la mítica Cuzco (Perú) en marzo pasado, etapa de un periplo por países sudamericanos, desapareció misteriosamente en mayo tras un operativo policial en que se vio envuelta.
Perdió su pasaporte y el dinero. Pese a comunicarse con su representación diplomática, dormitó bajo un puente durante un mes. Enfrentó dificultades indecibles: visado caducado, acusaciones de consumo de sustancias ilegales desmentidas por allegados. Familiares y amigos revelaron su “situación extremadamente” vulnerable: agresiones sexuales habrían deteriorado su salud mental. Por suerte, la encontraron días después de la alarmante alerta. Su caso visibiliza el abandono en que se hallan numerosos extranjeros en diversas partes del mundo, enmarañados en la burocracia: muchos padecen cárcel por motivos poco claros; otros ni dejaron rastro.♦