El Banco Mundial ha hecho público por fin su informe sobre el efecto de la pandemia en la lucha contra la pobreza. Tras elevar de 1,9 a 2,15 dólares/día el nivel de lo que denomina pobreza extrema, calcula que el número de personas en esta situación “probablemente aumentó un 11% en 2020, de 648 a 719 millones de personas”. Y concluye que “en 2030 la tasa de pobreza extrema mundial será del 7%. El objetivo de reducirla al 3% para 2030 era bastante difícil de alcanzar antes de las crisis actuales. Los recientes retrocesos han puesto este objetivo casi fuera de alcance y es urgente corregir el rumbo”


Texto: Banco Mundial
“World Bank. 2022. Poverty and Shared Prosperity 2022: Correcting Course”.
El informe completo puede descargarse en: https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/37739


En la nueva edición del informe del Banco Mundial titulado La pobreza y la prosperidad compartida se presenta el primer panorama completo de la pobreza en todo el mundo después de la extraordinaria serie de conmociones producidas en la economía mundial en los últimos años. Se estima que la pandemia empujó a unos 70 millones de personas a la pobreza extrema en 2020, el mayor aumento en un año desde que comenzó el seguimiento de estas cifras, en 1990. En consecuencia, se calcula que 719 millones de personas subsistían con menos de USD 2,15 al día a fines de 2020.

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Resumen

En el informe se afirma que 2020 marcó un punto de inflexión histórico: la era de la convergencia de ingresos en el mundo dio paso a la divergencia. La mayor parte del costo de la pandemia recayó sobre los más pobres: entre los sectores que se ubican en el 40 % más bajo de la distribución de renta, las pérdidas de ingresos alcanzaron un promedio del 4 %, es decir, el doble que entre el 20 % más rico. Como resultado, la desigualdad mundial se elevó por primera vez en décadas.

La aplicación de sólidas medidas de política fiscal significó una notable diferencia, pues permitió atenuar el impacto de la pandemia de COVID 19 sobre la pobreza. De hecho, la tasa de pobreza promedio de las economías en desarrollo habría sido 2,4 puntos porcentuales más alta si no hubiera habido respuesta fiscal. Sin embargo, el gasto público resultó mucho más útil para la reducción de la pobreza en los países más ricos, que en general lograron compensar por completo el impacto de la COVID 19 a través de políticas fiscales y otras medidas de apoyo de emergencia. Las economías en desarrollo disponían de un menor volumen de recursos y, por lo tanto, gastaron menos y lograron menos: las economías de ingreso mediano alto compensaron solo el 50 % del impacto en la pobreza, mientras que las de ingreso bajo y mediano bajo, apenas la cuarta parte.

En este nuevo informe se ofrecen por primera vez datos actuales e históricos sobre la nueva línea mundial de pobreza extrema, que se ha elevado a USD 2,15 al día para reflejar los datos más recientes de paridad del poder adquisitivo, de 2017. La pobreza extrema disminuyó drásticamente en todo el mundo entre 1990 y 2019, el último año para el que se dispone de datos oficiales. Pero los avances se desaceleraron después de 2014, y los responsables de formular políticas se enfrentan ahora a un contexto más complejo, pues la pobreza extrema se concentra en las áreas del mundo donde será más difícil erradicarla: África subsahariana, zonas afectadas por conflictos y zonas rurales.


“África subsahariana alberga ahora al 60% de todas las personas en situación de pobreza extrema, 389 millones de personas. China alberga una pequeña parte de los pobres extremos y tuvo un choque económico moderado en 2020. Pero en la India se calcula que la cifra de pobres extremos aumentó ese año en 56 millones de personas”


En la actualidad, el África subsahariana alberga al 60 % de todas las personas en situación de pobreza extrema: 389 millones, más que cualquier otra región. Aquí la tasa de pobreza se acerca al 35 %, la más alta del mundo. Para alcanzar el objetivo de reducción de la pobreza fijado para 2030, cada país de la región debería lograr un crecimiento del producto interno bruto (PIB) per cápita del 9 % al año durante el resto de la década actual. Esto representa una meta excepcionalmente difícil para países cuyo PIB per cápita creció, en promedio, un 1,2 % en los 10 años anteriores a la pandemia de COVID 19.

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