Tras una consulta pública, la Comisión hará una propuesta sobre la reforma del Pacto de Estabilidad este mismo año. Y los 27 saben ya que no estarán obligados a aplicar ajustes estructurales hasta los presupuestos de 2023.
La reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento vuelve al primer plano de la agenda comunitaria, colándose cuando los países de la UE apenas vislumbran la luz al final del túnel de la pandemia gracias a las campañas de vacunación. Por muy lentas que vayan y por muy cruda que sea la guerra con las farmacéuticas, cada vez más millones de dosis se reparten por el continente. Y en Bruselas ya trabajan en la estrategia económica de salida a esta crisis.
El pilar principal de ese Pacto, el respeto a unos bajos niveles de endeudamiento, seguirá en cuarentena, como si hubiese estado expuesto al virus, hasta 2023. La Comisión Europea recomienda mantener activa la cláusula de escape de los objetivos de déficit porque “a la economía le llevará un tiempo volver a sus condiciones más normales” pre-pandemia.
España, Italia, Francia, Bélgica y todo el conjunto de los 27 socios de la UE no estarán obligados a aplicar ajustes estructurales hasta los presupuestos de 2023 para reconducir los agujeros de sus cuentas públicas. Un alivio para los gobiernos europeos, que ultiman sus planes de recuperación y también en otoño cuando trabajen en los próximos presupuestos.
Y mientras las capitales cuadran sus números sin el ojo censor de Bruselas, los mandarines comunitarios han retomado la reforma suspendida de este Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Demandas de cambios que han saltado desde los extremos de la política europea al pleno corazón bruselense.
“Se quiere blindar la inversión productiva de futuros recortes para evitar una caída como la generada por el Pacto en la pasada crisis”
Porque la reforma de ese fue, y es, una demanda histórica de la bancada de la extrema izquierda en el Parlamento Europeo, opuesta al corsé en los niveles de endeudamiento público de los Estados. Recientemente se aferraron también a ella formaciones antaño euroescépticas como La Liga (Norte), el Movimiento 5 Estrellas o el ‘nuevo’ Frente Nacional de Marine Le Pen, maquillando así su renuncia a suprimir la moneda única.
Hoy, gran parte de los economistas en la capital comunitaria cree que la reforma del Pacto es necesaria dentro de un proceso de mayor cambio en la integración económica comunitaria. Se retoma un debate abierto sin concreción por la anterior Comisión Europea, que contaba con el beneplácito del BCE, pero incapaz de sentar unas mínimas bases de discusión, dadas las posiciones tan enfrentadas de varios gobiernos o directamente la negativa en Berlín, Ámsterdam o Viena.
“Vamos a relanzar una consulta pública en la segunda mitad de este año y a finales nos presentaremos con una propuesta” sobre la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, anuncia el comisario de Economía, Paolo Gentiloni.
Sobre el futuro de este melón abierto ni siquiera las altas instituciones europeas son capaces de predecir su resultado. “Que no haya sorpresas, probablemente nunca ha habido una convergencia de visiones desde la aparición del Pacto de Estabilidad y Crecimiento a finales de los 90”, advierte el jefe del Gentiloni, el vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis.
Unas normas obsoletas
El andamiaje de la gobernanza económica comunitaria se ha vuelto demasiado complejo desde su creación en 1997. Pensado inicialmente como un instrumento para evitar inconsistencias entre las políticas fiscales nacionales y la política monetaria única, hoy el Pacto de Estabilidad es un universo de normas, indicadores y ámbitos de aplicación.
“Quizás, menos sea más”, conceden en privado en Bruselas, tras tres pequeñas reformas que no tocaron los límites de déficit del 3% ni del 60% para la ratio de deuda pública. Países como Grecia alcanzan el 200% de deuda pública, Italia el 160% mientras en España o Francia ese indicador avanza hasta el 120%. Portugal, Chipre o Bélgica también están por encima de los límites oficiales y la propia media de la eurozona, según Eurostat, ya roza el 100%.
“Estudiamos cómo desprendernos de los balances estructurales y orientarnos más al gasto y la deuda”. |
“No tiene ningún propósito tener un objetivo que no es realista”, critica Niels Thygesen, el presidente del European Fiscal Board, “se necesita analizar de manera crítica” el Pacto de Estabilidad.
Los techos de deuda se han disparado durante la pandemia por las ayudas públicas para mantener con respiración asistida a gran parte de las empresas y trabajadores. Sólo en este 2021, la Comisión prevé que las medidas fiscales para frenar el impacto de la pandemia alcancen el 2,6% del todo el PIB comunitario y que en 2022 aún representen un 0,6%. Sin estas ayudas, incluidos los ERTEs que se han extendido por todo el continente, una cuarta parte de las empresas europeas habrían cerrado 2020 con serios apuros o directamente sin liquidez.
“Se va a necesitar mucho más” que los esfuerzos recientes de consolidación de las finanzas, vaticina Thygesen. Su autoridad independiente, donde está la AIReF española, trabaja en nuevas ideas sobre esta reforma que ofrecer a la Comisión, como diseñar objetivos de deuda específicos para cada Estado Miembro según su posición fiscal y coyuntura económica.
Los recortes en el Pacto de Estabilidad
“Esta legislatura podría ir por el camino de suprimir partes del Pacto de Estabilidad”, declara esperanzada la eurodiputada socialista, Lina Gálvez, catedrática de Historia e Instituciones Económicas.
“La eurozona roza el 100% de deuda sobre PIB cuando el Pacto habla del 60%. No tiene ningún propósito un objetivo que no es realista”
Es la idea que también trabajan en la Comisión Europea, aunque quizás sin tantas ambiciones. Uno de los parámetros para medir la sostenibilidad de las finanzas públicas y calibrar los ajustes es el balance estructural y los ‘output gaps’ y todo apunta que se simplificarán o desaparecerán.
“Esas variables son difíciles de observar y explicar y sus estimaciones son bastante volátiles”, explica el vicepresidente Dombrovkis. “Estamos estudiando como desprendernos de los balances estructurales y orientarnos más hacia la referencia del gasto y el pilar de la deuda”.
Bruselas nada ahora a favor con peticiones expresas desde el FMI o el BM para que los gobiernos no dejen de aumentar sus niveles de endeudamiento a costa de reducir las ayudas a sus confinadas economías. “Primero hay que preocuparse de ganar la guerra, y luego ya veremos cómo pagarla”, ha llegado a decir Carmen Reinhart, economista jefa del Banco Mundial.
A esta idea de cambiar el Pacto para orientarlo más hacia el Crecimiento y no tanto la Estabilidad se apunta Lina Gálvez, con argumentos de política económica. “La gobernanza económica actual tiene un sesgo deflacionista y por tanto las políticas económicas”, señala, “ahí es donde tenemos un agua y un aceite”.
‘Golden rule’ para las inversiones
Bruselas virará el Pacto hacia el crecimiento, pero sin tirar la casa por la ventana. Sí ha dejado caer que introducirá algún tipo de instrumento para proteger, o al menos no penalizar, la inversión productiva cuando se produzcan los ajustes fiscales, una vez superada la pandemia. La Comisión quiere evitar las enormes caídas de la inversión características de la pasada crisis económica. “No podemos repetir eso”, afirma rotundo el comisario Gentiloni. “Necesitamos reflexionar sobre como nuestras reglas fiscales pueden apoyar un crecimiento sostenible mientras están bajo control”, explica el italiano. Su equipo trabaja en cómo conseguir que los Estados de la UE puedan endeudarse para inversiones de transición verde o digital sin ser penalizados por los mercados.
El vicepresidente Dombrovskis habla de una “regla de oro” que “tendremos que discutir” en el seno de la Comisión. Desde el European Fiscal Board apuestan por medidas de esa índole ya que liberar el potencial de crecimiento de la UE “requerirá de incentivos y una determinación absoluta de los gobiernos”, según Thygesen.
Y en la Eurocámara amplían la demanda de este blindaje de la inversión verde o digital a también la social. “La política es evitar que los recortes tengan unos desequilibrios tan grandes como los anteriores. Desde el Parlamento queremos blindar la inversión social, volver atrás en el Pacto de Estabilidad no va a ser la solución” para incentivar el crecimiento económico una vez superada la pandemia, pide Lina Gálvez.
La cláusula de escape a los límites de déficit activada en marzo del 2020 ya lleva un año vigente. El pasado ejercicio permitió que los Estados Miembros tomasen medidas fiscales y de liquidez que amortiguaron la contracción del PIB comunitario en un 4,5%. Ese instrumento de emergencia se mantendrá todo este ejercicio y el siguiente. Y ahora Gentiloni también anuncia que “debería reflexionarse sobre la necesidad de recurrir a la cláusula de escape de manera más frecuente en recesiones económicas”.
Un instrumento no tan de emergencia y sí “fácilmente usable”, con el que sortear el déficit en tiempos de crisis, puede ser otro de los legados que deje la pandemia en el futuro del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.♦