La Unión consigue salvar el bloqueo del Marco Financiero Plurianual y el Fondo de Recuperación, así que el año próximo comenzarán a llegar los fondos: 6.500 mn para España, aunque el Gobierno ha previsto 27.000.
La Unión Europea cierra 2020 con un acuerdo en dos frentes que pueden sentar sus bases futuras. Su próximo Marco Financiero Plurianual, el de 2021 a 2027, está desbloqueado una vez que Hungría y Polonia retiraron su veto al mecanismo de respeto del Estado de derecho y, por tanto, los 750.000 millones de euros del Fondo de Recuperación y los 1,1 billones de los esos presupuestos comunitarios empezarán a distribuir su maná hacia el verano para mitigar la crisis económica provocada por las reclusiones.
——Los líderes europeos también han acordado aumentar la ambición de la lucha contra el cambio climático para que la Unión reduzca en su conjunto al menos un 55% de sus emisiones de CO2 en 2030. Son quince puntos más que el anterior objetivo y exigirán pisar el acelerador de la transición ya en marcha hacia las energías renovables, al tiempo que un mayor cambio en los modos de transporte o consumo.
——Este diciembre, la Unión Europea se sometió a un duro examen y lo ha aprobado, o eso creen los dirigentes comunitarios. “Después de un año horrible, con la pandemia y la crisis, cerrar la cuestión del brexit sería un mensaje de optimismo”, reconoce un alto diplomático europeo que, sin embargo, pone por delante la necesidad de “acabar de una vez con la incertidumbre sobre las decisiones de julio”, en referencia al Fondo de Recuperación.
“El BCE, tras empeorar sus previsiones para la eurozona –a un crecimiento del 3,9% en 2021– ha ampliado el PEPP en nueve meses y 500.000 mn”
Haber pospuesto más la entrega de las ayudas del Next Generation –con países como España jugándose sólo en 2021 entre 6.500 millones de euros, según los cálculos de la Comisión al analizar las cuentas del Gobierno, o 27.000 millones según las previsiones del ejecutivo– supondría comenzar el nuevo año con renovadas incertidumbres económicas que el viejo continente no puede permitirse.
——El BCE acaba de empeorar sus previsiones económicas para 2021 y sólo espera un crecimiento de la eurozona del 3,9% porque hasta que casi llegando a 2022 no se alcance un nivel de inmunidad suficiente en la población gracias a las vacunas de la Covid-19, la economía no “comenzará a funcionar bajo unas circunstancias más normales”. Para echar un cable a toda la Unión, Frankfurt amplía en 500.000 millones de euros las compras de deuda y en nueve meses todo el programa de emergencia pandémica (PEPP).
——Aparentemente, se han superado los viejos fantasmas, sobre la lentitud de la UE para solucionar sus problemas, que volvía a resucitar el impasse en los fondos provocado por el recelo húngaro-polaco a la condicionalidad de Bruselas.
——“Aunque el instrumento de deuda [las masivas emisiones de la UE para financiar el Fondo] no sea permanente, sí alterará permanentemente la forma en la que contemplamos los instrumentos que Europa tiene a su disposición ante una crisis”, cree Lucas Guttenberg, del Instituto Jacques Delors.
——Así que Europa cuenta ahora con los 750.000 del Next Generation más los 1,1 billones de los presupuestos comunitarios, junto al ampliado respaldo monetario del BCE, para financiar su transición energética. Y hacerla pivotar sobre la digitalización de su sistema productivo. Pero a las secuelas de la pasada crisis se suman las heridas de la recesión actual, tanto económicas como sociales.
“La promesa de miles de millones ha ahogado finalmente las voces más altisonantes”. |
La orfandad sin Merkel
Para la población europea solo los recuerdos de sus ancestros sobre las experiencias sufridas en búnkeres y refugios durante la Segunda Guerra Mundial son comparables a los encierros vividos durante el 2020. La Unión Europea primero observó con suficiencia sanitaria y luego preocupación económica un virus que surgía en China. Cuando se despertó, sus dos principales economías en el Mediterráneo, potencias mundiales del turismo, lideraban las estadísticas de contagios, hospitalizaciones y muertos de todo el planeta.
——Existe la creencia en Bruselas de que tras cada crisis el proyecto europeo sale más reforzado tras solucionarse las debilidades e imperfecciones destapadas. Durante 2015, cuando Grecia podía caer en un lado u otro de la historia al jugarse su permanencia en la eurozona, lo repetía sin cesar un alto dirigente del Partido Popular Europeo.
——Es cierto que el boom asiático y la hegemonía global adquirida por los Estados Unidos de Ronald Reagan de los 80 empujaron a un puñado de dirigentes europeos a plantear el Mercado Único, los fondos estructurales como mecanismo de redistribución fiscal y, finalmente, la creación de un espacio monetario único con una divisa que compitiese con el dólar. Jacques Delors fue el timonel comunitario de esa generación de los Kohl, Mitterrand, Veil o González.
——Ahora, tras llevar con éxito los últimos seis meses el barco comunitario hasta el puerto de los fondos de reconstrucción, la capitana Merkel se retira, el año entrante. Durante años, evitó Merkel ese rol y sólo en el ocaso de su mandato la canciller tuvo que asumirlo, a la fuerza, por la presidencia rotatoria de Alemania en el Consejo Europeo. Pero en el horizonte no aparece aún un capitán con la fuerza suficiente como para marcar un rumbo a la UE.
Buscando un proyecto de futuro
La Unión Europea lleva años trabajando en una narrativa acorde al nuevo siglo, que la dote del impulso político necesario para no naufragar como proyecto. Revolución verde, soberanía estratégica, transición digital, el mayor mercado interno del planeta que pacta amplios acuerdos comerciales… son algunos de los eslóganes que venden las instituciones. Pero las crisis que la asolan desde hace una década han impedido una profunda reflexión y la puesta en marcha de una estrategia clara.
“La UE lleva años trabajando en una narrativa que la dote de impulso político: Revolución verde, transición digital, soberanía estratégica…”
Explica el escritor francés Camille de Toledo que “los constructores de Europa siempre se han conformado con un único argumento emocional: las guerras, el siglo XX y el exterminio” y que este pasado “es, todavía hoy, la constitución no escrita de Europa”.
——Todavía “vivimos en un régimen del poder de la memoria” concluye el pensador. Fue válido para los Monnet y Schuman de los 40 y 50, contemporáneos de los europeos que se descerrajaron tiros fratricidas en los campos, trincheras y ruinas del continente. Ese pasado de guerra también sirvió a los Mitterrand, Veil y Kohl, exponentes de la infancia perdida del ‘Ladrón de bicicletas’ de De Sica, para reconciliarse en un proyecto comunitario ambicioso.
——Jean Claude Juncker, último heredero de los popes europeístas, recordaba ese pasado de pólvora y fuego mientras clamaba ante la Eurocámara en pro del nuevo impulso. No era consciente de que ese miedo a la guerra no vende mucho entre las generaciones que son presente y futuro de Europa ni tampoco con los dirigentes que eligen.
——“Ya no basta sólo el peso de la memoria”, responde De Toledo, “no servirá ya para los hijos del siglo XXI. Debemos encontrar, construir e imaginar otra cosa”. ¿Serán suficiente los 1,8 billones de euros del Fondo de Recuperación y los Presupuesto de la UE? ¿Lo conseguirá la transición verde y digital que Europa emprende?
Al menos el brexit ha enseñado una lección, unidos los europeos superan mejor las turbulencias económicas, las crisis migratorias, la rivalidad creciente con Rusia o Turquía o las pandemias sanitarias. Es cierto que gobiernos como el húngaro, el italiano o el polaco coquetean a veces con ser los herederos de Cameron, Farage y Johnson, desde Budapest el propio primer ministro, Viktor Orban, apuntó recientemente antes de empezar las vacunaciones contra el Covid-19 que “aquellos que abandonaron la UE para ir por su cuenta y buscar sus propias soluciones pueden mejorar la salud y proteger mejor la vida de sus ciudadanos que los que permanecen”, pero finalmente la promesa de miles de millones en fondos comunitarios ahoga las voces más altisonantes.
——Bruselas al menos ya no le tiene miedo a lo que ocurra con Reino Unido. “De una forma u otra, será un nuevo comienzo para unos viejos amigos”, en referencia a los británicos, cerró la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, la última Cumbre Europea del 2020.♦