Aunque sea por la puerta de atrás, Bruselas plantea el lanzamiento de una suerte de eurobonos, con la garantía del presupuesto europeo, para financiar «Next Generation EU», el plan de 750.000 mn para paliar los efectos de la pandemia.
Texto: Alexandre Mato (Bruselas)
“El Presupuesto de la UE rompe un tabú fundamental”… “Un paso adelante positivo, atrevido y macroeconómicamente relevante”… “El proyecto comunitario ante su momento Hamilton”…
Son algunos de los titulares y análisis en Bruselas sobre el Fondo de Recuperación contra la crisis económica diseñado por la Comisión Europea. Altos diplomáticos, ex funcionarios europeos o relevantes economistas con un pasado en bancos centrales coinciden en que pese a las piedras que deberá sortear y a las dificultades de su desarrollo, esta vez Bruselas sí ofrece una respuesta valiente ante un shock económico.
El Fondo de Recuperación contra la crisis del coronavirus y la Gran Reclusión alcanzará los 750.000 millones y estará integrado dentro del Marco Financiero Plurianual (MFF, en sus siglas en inglés) de la UE entre 2021 y 2027, los próximos presupuestos europeos. La Comisión amplía la propuesta franco-alemana y propone que dos tercios de esos recursos, 500.000 millones, en torno al 3,6% del PIB de la UE, lleguen a los Estados y regiones “más afectadas” por la pandemia del Covid-19.
La novedad llega con la financiación de este plan económico. La Comisión presidida por Úrsula von der Leyen propone ampliar la capacidad de recursos propios del MFF para emitir deuda a largo plazo en los mercados por ese importe de 750.000 millones de euros. Si Países Bajos, Austria, Dinamarca o Suecia rechazaron con vehemencia entre marzo y abril cualquier mutualización de deuda en forma de coronabonos o bonos de reconstrucción, ahora se encuentran con que Bruselas saldrá a endeudarse como nunca antes en nombre de la UE.
“Con el MEDE (AAA), que emite a 10 años al 0,1%, la UE ya emite conjuntamente. Con esos 750.000 mn hasta 2024 se convertiría en el primer emisor neto de Europa”
“La propuesta es notablemente coherente. Y no hay duda de que es un movimiento audaz y sin precedentes para mejorar la capacidad de la UE al responder con su presupuesto a situaciones de crisis” apunta el economista Jorge Núñez Ferrer, antiguo funcionario de la Comisión. “También es un paso bastante importante en el futuro proceso de integración”, explica Núñez Ferrer, que colaboró con el ex primer ministro italiano Mario Monti en el estudio de nuevos recursos para la UE.
Esta deuda vencería en treinta años y su nominal sólo empezaría a pagarse a partir de 2028. Hasta un tercio, gracias a la devolución de los préstamos solicitados por los países, correspondientes a la parte de 250.000 millones de euros. Para los otros 500.000 millones, von der Leyen propone ampliar el ETS, el pago por permisos de emisiones al transporte marítimo y aéreo, introducir una tasa a los plásticos no reciclables, gravar la huella ecológica de los productos no europeos que entren al mercado único o una tasa digital en toda la UE.
“Se proponen nuevos recursos propios útiles, lo que ayudará a alinear los recursos de la UE con sus objetivos y puede incentivar cambios de comportamiento, como una menor contaminación” explica Zsolt Darvas, investigador del think tank bruselense Bruegel. Sin embargo, Darvas advierte que estos “recursos propios pueden reducir las contribuciones de los ministerios de Hacienda nacionales al presupuesto de la UE”. Darvas teme que nuevos impuestos como la tasa a los plásticos, la digital o incorporar a aerolíneas y navieras en el ETS reduzcan lo que tributan estas empresas en sus países, presionando las cuentas públicas nacionales.
La distribución del “Next Generation EU”
El fondo von der Leyen pivota sobre dos patas, los 500.000 millones de euros en subsidios y los 250.000 millones en préstamos. Todos estos recursos se integrarán dentro del próximo presupuesto de la UE y la mayor parte serán distribuidos en los primeros ejercicios, especialmente entre 2022 y 2024.
La segunda pata formada por los 250.000 millones en créditos que deberán devolver los Estados estará integrada en el nuevo Vehículo para la Recuperación y Resistencia, creado por la Comisión dentro de la Política de Cohesión del próximo MFF.
De la primera pata, las transferencias a fondo perdido, algo más de 300.000 millones de euros irán también a ese vehículo. Junto a otro nuevo instrumento, el React-EU con 50.000 millones que ofrecerá una distribución más rápida ya este año y el siguiente, respaldarán inversiones y reformas esenciales tendentes a una recuperación sostenida, las transiciones digital y ecológica, “disponibles para todos los Estados Miembros pero que concentrarán su apoyo en las partes de la Unión más afectadas y con mayores necesidades de adaptación”.
Hasta completar los 500.000 millones en subsidios, la Comisión amplía en 45.000 millones los recursos para el medio ambiente, con más ayudas directas de la Política Agraria Común (PAC) al sector primario por las pérdidas de este ejercicio y para la reconversión futura, y a los Estados para descarbonizar sus mix energéticos y economías.
“El riesgo real es cómo asegurar que las condiciones están en línea con las prioridades del Green Deal”, cree Jorge Núñez. La Comisión insiste que el dinero para la recuperación debe gastarse principalmente en las transiciones verdes, digital y en el sector sanitario y la investigación. Pero, “está lejos de ser real que esa sea la comprensión universal de todos los Estados Miembros”, advierte el español. “Algunos pueden ver el dinero gratis del apoyo de emergencia antes que las condiciones”.
Hay también 70.000 millones en subsidios, garantías y fondos para empresas, volcados en proyectos tecnológicos y digitalización, en apoyo a pymes o start-ups. Aquí también aparece otra creación del equipo de von der Leyen, original y puerta abierta a un papel más activo de Bruselas como agente económico: el Instrumento de Apoyo a la Solvencia. Serán 30.000 millones con los que garantizar pérdidas de inversiones privadas europeas en empresas solventes del continente, pero con problemas de liquidez por la Gran Reclusión.
“Se pretende evitar que los petrodólares hagan operaciones a precios de ganga; o lo que el bávaro Manfred Weber calificó de un shoping tour chino”
Días antes de conocer estos detalles, el Vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovkis, ya había adelantado que trabajaban en “apoyar a aquellos países que no pueden responder con tanta fuerza mediante un mecanismo de capital de respaldo” para empresas. Presionada por la diferente capacidad fiscal de cada Estado para rescatar a sus compañías, Bruselas quiere evitar que el capital chino o los petrodólares encuentren compañías a precio de ganga en el tejido productivo del continente, en lo que también desde el Parlamento Europeo el político bávaro Manfred Weber calificó como “shopping tour chino”.
Propuesta abierta a negociación
Con tres semanas de retraso respecto a su idea inicial, la presidenta von der Leyen lazó su propuesta en Bruselas, pero la demora parece cumplir su objetivo ya que se benefició de más negociación con los gobiernos y, de los cuatro socios frugales, Suecia y Dinamarca están modulando su negativa inicial a que gran parte de los recursos del Fondo sean subsidios. Un movimiento fruto de las intensas presiones de Bruselas durante la preparación de su plan.
Países Bajos y Austria mantienen muchas objeciones a todo este plan económico. Argumentan que aumentarán sus contribuciones nacionales a la UE por la transferencia en la recaudación de futuros impuestos o el ligero aumento del presupuesto de la UE, hasta 1,1 billón de euros. También querrían convertir los 500.000 millones en subsidios en una cantidad menor en préstamos.
Son sólo las primeras reacciones de las capitales más reticentes a este nuevo paso en la integración comunitaria, no sólo por la aparición “por primera vez en la historia de la Unión de una estabilización macroeconómica a nivel de la UE”, destaca Darvas, sino también por un embrión de emisiones de deuda conjunta, aunque la propia von der Leyen insista que es “excepcional y temporal”.
El momento Hamilton, en honor al primer secretario de Tesoro de Estados Unidos que mutualizó las deudas de la Guerra de Independencia de las 13 colonias, tendrá una negociación larga, con mercadeo de millones, partidas y exigencias y cambios respecto a la propuesta inicial. Se requiere la unanimidad de los 27 socios comunitarios para aprobar tanto la modificación del próximo MFF con la que permitir las emisiones masivas de deuda como la creación del Fondo de Recuperación. Y luego varios Parlamentos nacionales, además de la Eurocámara, deben ratificarlo.
Para julio se espera una Cumbre ya física en Bruselas entre los jefes de Estado y Gobierno. Será la primera, y posiblemente no última, negociación de verdad entre los líderes del continente. Europa debe darse prisa si quiere tener su nuevo andamiaje para el 1 de enero y que los miles de millones fluyan ya, antes, para evitar que la crisis económica se cronifique más allá de 2021.♦