La prioridad es aprobar -con la mayoría que sea- unos presupuestos que nos instalen en la recuperación europea, pese a las disfunciones del sistema político y a las guerras civiles postmodernas en las que estamos inmersos.

España Pedro Sanchez
“El gran problema de España es que necesitaríamos un gobierno con las cosas medianamente claras”.

Escribía en setiembre que el verano -debido al resurgir de la pandemia y a sus efectos sobre el turismo- había ido en España bastante peor de lo esperado. Ahora, a primeros de octubre, constatamos que es en toda Europa donde el otoño se presenta muy complicado. Los países van tomando medidas adicionales para frenar los nuevos brotes de coronavirus, que están frenando el retorno a la normalidad y la recuperación.
——Los índices PMI -basados en amplias y solventes encuestas- anticipan las grandes tendencias de la economía que luego los datos suelen confirmar. Por encima de 50, la lectura es que la economía tiende a crecer, por debajo, que se contrae. Pues bien, el índice PMI de la zona euro cayo del 51,9 en agosto al 50,4 en setiembre. La pulsión al alza es ya mínima. Y esta ligera expansión se debe sólo a la industria manufacturera ya que la media del sector servicios bajó del 50,5 de agosto al 48 en setiembre, lo que nos retrotrae a mayo cuando los países empezaban a salir del confinamiento. En realidad, de las economías estudiadas por los PMI, sólo Alemania (54,4) tiraba con cierta fuerza. Las otras, salvo Italia (50,4) habían vuelto a entrar en zona negativa, caso de Francia (48,5), Irlanda (46,9) y España (44,3)
——España es lo mas preocupante pues el PMI del sector servicios se desplomó entre agosto y setiembre del 47,7 al 42,4, lo que provocó que el PMI compuesto (del total de la economía) con un 44,3 (frente al 48,4 de agosto) tendiera claramente a la baja. Y eso pese a que el índice PMI del sector manufacturero experimentó una ligera subida, del 49,9 al 50,8.
——Es el sector servicios el que en toda Europa está lastrando la economía mientras que la industria manufacturera experimenta una leve recuperación. Y en España este fenómeno tiene peores consecuencias por la gran importancia del sector servicios y en particular del turismo y la hostelería.
——La política económica ha sido la misma que la de otros países europeos, recurrir al Estado, o sea al gasto público, a través de los ERTEs y los créditos ICO a las empresas, para evitar un mayor desplome de la economía que sólo dopada por el sector público ha podido evitar el colapso total y sus terribles consecuencias sociales.
——Esta política tiene muchas razones que la hacen posible. La primera es que el recurso al gasto público -sin temor reverencial al déficit y al aumento de la deuda pública- es lo que están practicando todos los países y lo que también recomiendan tanto Bruselas, como la OCDE y el FMI. Mas importante todavía es que la barra libre -compra de deuda de los estados por el BCE- es lo que permite financiar sin problemas las costosas medidas de apoyo. Lo negativo es que, pese a todo, el peor punto de partida de España respecto al déficit y la deuda pública nos marcan unos límites mas estrechos que los de otros países que, como Alemania, ahorraron, o sea tuvieron superávit público, en los últimos años.

Podemos, un freno al realismo

Pero, por ahora, España puede aguantar. Máxime cuando puede confiar -quizás no tanto como la propaganda oficial proclama- en los 140.000 millones (70.000 a coste cero) que le van a corresponder de los 750.000 millones del plan de recuperación que ha aprobado la UE a propuesta de Merkel y Macron. Aunque, dato a no olvidar, falta el visto bueno de los parlamentos nacionales de los países miembros y puede haber alguna dificultad, o retraso, en Austria, Holanda…
——Pero de momento, en líneas generales y sin entrar en detalles de los presupuestos aún no conocidos, la política económica parece bien orientada. Así, el techo de gasto para el próximo año va a subir hasta 196.000 millones con un aumento del 53% (20.000 mn. procedentes de los fondos europeos). Y pese a ello el PIB va a caer un 11,2% (mas de lo previsto) y el crecimiento del próximo año (7,2%) no permitirá recuperar los niveles anteriores a la crisis a los que sólo se volverá, siendo optimistas, a finales del 2022 o principios del 2023. Van a ser pues unos largos y duros semestres y, además, no está nada garantizado pues todo dependerá de la evolución de la pandemia que, por ahora, está siendo peor de lo previsto.
——El gran problema de España es que necesitaríamos un gobierno con las cosas medianamente claras y con mayoría parlamentaria para aprobar con rapidez unos presupuestos razonables, en la línea de los de los países europeos, y poner en marcha después el plan de recuperación.
——Los ministerios económicos están bien orientados, pero es evidente que la presencia de Podemos (un partido cuyos similares no gobiernan en ningún país de la UE) puede ser un freno al realismo. Aumentar los impuestos a las empresas cuando lo que se debe hacer -y se está haciendo- es ayudarlas a sobrevivir es algo que ningún economista sensato (y Nadia Calviño lo es) puede proponer. Pero estamos ante un gobierno de coalición -el único que se ha demostrado política y parlamentariamente factible- con presencia de la extrema izquierda. ¿Estará madurando lo suficiente Podemos para admitir que crujir hoy a las empresas -o a la clase media- incrementaría poco (o nada) la recaudación, aumentaría las cautelas de los agentes económicos y dispararía -¡todavía mas!- las tensiones y la crispación política? La respuesta a esta pregunta -que dependerá mucho de la firmeza de Sánchez y Calviño- es fundamental. Y una gran incógnita.


“El PSOE no logra acotar y definir una mayoría parlamentaria que de estabilidad al país en unos momentos de zozobra y de gran incertidumbre”


Pero, aunque el Gobierno haga unos presupuestos razonables sobre lo que no hay que desesperar -la necesidad ayuda a la virtud-, el segundo problema es que el Gobierno no tiene mayoría para aprobarlos (vivimos aún con los de Cristóbal Montoro del 2018). Y su aprobación dependerá de la actitud de grupos como C´s, ERC o Bildu sobre los que el Gobierno no tiene ninguna garantía.
——Sánchez querría aprobarlos con C´s sin perder al PNV ni hostilizar a ERC y a Bildu. Quizás sería lo mejor. Pero es muy difícil porque C´s y ERC se repelen mutuamente. Ya sabemos que Pedro Sánchez peca de optimismo impenitente pero debe saber que el día de autos -de la votación parlamentaria- lo mejor puede ser enemigo de lo bueno. Aunque es cierto que es prudente no cerrarse ninguna puerta.

Guerras civiles postmodernas

Y la última dificultad es que, una vez aprobados, los presupuestos, la gobernación de todo país -y más si no hay mayoría parlamentaria- exige un mínimo grado de consenso o entendimiento entre las principales fuerzas políticas. Y esto es de lo que España -a diferencia de otros países- carece por completo. La imposibilidad de un pacto entre el PSOE y el PP para cumplir la exigencia constitucional de renovar el Consejo General del Poder Judicial, el fundamental órgano de gobierno de los jueces, está ahí. Y es un escándalo porque un país que funcione necesita una justicia respetada y operativa. La imposibilidad, también, de un mínimo acuerdo entre el gobierno de España y el de la Comunidad de Madrid para afrontar la grave situación sanitaria de la capital -pese al aparatoso despliegue de 24 banderas- es otro fracaso clamoroso. Y así en todo.
——El PP parece volcado en hacer caer al gobierno del PSOE para lograr un anticipo de las elecciones, de las que no hay ninguna garantía de que saliera una mayoría ni mejor ni mas operativa. Y el PSOE no logra acotar y definir una mayoría parlamentaria que de estabilidad al país en unos momentos de zozobra y de gran incertidumbre, también a nivel mundial. Gracias a la pertenencia a la UE y a la política monetaria del BCE, España tiene los medios para superar la grave crisis de un año 2020 en el que el consumo de las familias caerá un 12,6%, la inversión se desplomará un 18%, las exportaciones se hundirán un 22,7%, el paro subirá, como mínimo, al 17% y el déficit público saltará de menos del 3% (que era excesivo) a más del 11% (según cálculos oficiales). Si, tenemos los medios, pero es posible que las disfunciones del sistema político y las guerras civiles postmodernas en las que estamos sumergidos, no nos lo permitan lograr.
——¿Alcanzaremos la tierra prometida que todos deberíamos ya saber que no tendrá nada que ver con un paraíso terrenal o una utopía igualitaria? Ahora todo el mundo -incluso los que mas la despreciaban- añoran la normalidad y el nivel de vida del 2019, pero todos los políticos predican el advenimiento de un mundo nuevo. Vale, pero empecemos por no quedarnos sin presupuestos del 2021.♦