“Nada impide gobernar en esa jaula de grillos, aunque comporte efectos indeseados. Ante todo, la falta de confianza en un ejecutivo rehén de formaciones radicales e imprevisibles”

JP Marín Arrese, economista
JP Marín Arrese

Sólo parece importar la investidura. Una prioridad comprensible al abrir la llave del poder y su corolario de favores, prebendas y cargos. No en balde, en política se está para subirse al coche oficial, vocación consustancial a este gremio, pues la finalidad de toda formación reside en ostentar mando en plaza. Todo inclina a pensar, salvo mayúscula sorpresa, que Pedro Sánchez saldrá elegido, materializando el triunfo colectivo festejado por ese abigarrado conglomerado que le apoyó en los últimos comicios, aunque fuera por los pelos y dejándose la mayoría no pocos vellos en la gatera. No se antoja nada fácil contentar las exigencias de unos y otros. Menos ante la pugna sorda entre quienes se disputan la supremacía en terreno compartido, pero arriesgarse a perder la ventaja lograda de repetirse las elecciones, servirá de pragmático pegamento. El representante de Bildu lo ha expuesto con meridiana claridad: toca ahora asegurar esta investidura y, luego, ya se andará el camino. La mayoría de los coaligados se ha alineado ya, no sin alguna reticencia. Al PNV debería bastarle un compromiso de apoyo tras las elecciones vascas, aunque no acabe de fiarse de una muleta imposible de publicitar. Podemos proseguirá su particular campaña de protesta y denuncia por los agravios infligidos por Yolanda Díaz, pero no se encuentra en disposición de romper la baraja.

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