Si en España está Iván Redondo, en el Reino Unido es Dominic Cummings el alter ego del primer ministro, que le ha respaldado contra viento y marea y ha justificado su transgresión del confinamiento con todo tipo de razonamientos.

Después de su inquebrantable respaldo a Cummings, se ha covertido, políticamente, en «pareja de hecho».

Dominic Cummings, el muy cuestionado asesor especial del Primer Ministro británico, ha sido acusado de no seguir las reglas sobre el Covid-19 impuestas por su propio equipo… Atacado desde todos los frentes, se mantuvo en su posición, buena prueba de su influencia.
Mientras Europa ronroneaba bajo los anuncios de la progresiva disminución del coronavirus, el Reino Unido vivía a finales de mayo una intensa polémica. Todo comenzó con la revelación de los periódicos liberales de izquierda The Guardian y The Daily Mirror de que Dominic Cummings, asesor especial del Primer Ministro Boris Johnson, no había respetado el confinamiento. El 31 de marzo, su presencia en las calles de Durham, a 376 kilómetros de Londres, fue denunciada a la policía local. La Administración confirmó que el residente de Londres estaba presente en la casa de su padre y “se había aislado en parte de la propiedad”.
Al día siguiente, Downing Street desveló la línea de defensa repetida al día siguiente por Boris Johnson: “Viajó para encontrar el tipo de custodia adecuado para su hijo (de 4 años), justo cuando él y su esposa estaban a punto de quedar incapacitados por el coronavirus, porque no tenía otra alternativa, creo que siguió los instintos de cualquier padre y madre”. Es más, el Primer Ministro añadió que: “Actuó con responsabilidad, según las reglas y con integridad”.

¿En qué planeta viven?
Su intento de extinguir el fuego resultó ser un flagrante fracaso. El tabloide Daily Mail, la segunda mayor tirada de la prensa nacional con 1,2 millones de lectores, partidario del partido conservador y del Brexit, no dudó en titular: “¿En qué planeta viven?”.


“Explica que condujo 40 Km con su esposa y su hijo, hasta un castillo, para «comprobar» que podría conducir hasta Londres al día siguiente”


El infractor se vió obligado a volver y explicarse el mismo día en la televisión en directo. “No me arrepiento de lo que hice”, dice Cummings, “Algunas personas pueden estar en desacuerdo, pero dadas las circunstancias creo que me comporté razonablemente. Las reglas dejan claro que si hay niños pequeños involucrados, puede haber circunstancias excepcionales”. No se disculpa y claramente parece estar burlándose de los británicos pues al final de su estancia en Durham, justificó el conducir 40 kilómetros con su esposa e hijo a un castillo para “comprobar” y asegurarse de que estaría en condiciones de conducir a Londres al día siguiente…
Estas explicaciones, y la forma en que son tratadas por los medios de comunicación no satisfacen a los críticos del Gobierno, que están pidiendo a gritos la renuncia de Dominic Cummings. Estas llamadas confirman el odio generado por este asesor especial en todos los lados del espectro político. Como jefe de ‘Vote Leave’, la organización encargada de la campaña oficial a favor del Brexit antes del referéndum del 23 de junio de 2016, es odiado por todos los que quieren permanecer en la UE.


Según el nuevo líder laborista, Keir Starmer, el Primer Ministro envía un mensaje: “Hay una regla para mi consejero y otra para todos los demás”


Según el líder laborista, el Primer Ministro ha debilitado la confianza “en sus propias reglas” con su apoyo a Cummings.

El primero de ellos, el nuevo líder laborista Keir Starmer, que hasta su elección como jefe de los laboristas a principios de abril estaba a cargo de supervisar las negociaciones del Brexit en nombre de su partido. “Si fuera primer ministro, habría despedido a Cummings”, insistió el domingo. “Boris Johnson envía un mensaje: hay una regla para mi consejero y una regla para todos los demás. Ha debilitado la confianza en sus propias reglas”.
Las voces disonantes de los diputados conservadores también han aumentado. El diputado partidario del Brexit Steve Baker aseguró que “Dominic Cummings debe irse antes de que cause más daño al Reino Unido, al Gobierno, al Primer Ministro, a nuestras instituciones o al Partido Conservador”. Numerosos nuevos diputados conservadores le siguen y un viceministro incluso está dispuesto a renunciar. Sorprendentemente, algunos no acusan al consejero especial de romper las reglas; pero la percepción popular y el descontento justifican el sacrificio ante sus ojos. Esta revuelta conservadora también muestra el odio generado por Dominic Cummings en menos de un año.
Se le acusa de tomar decisiones políticas -invertir en infraestructura y centrarse en las regiones pobres del país- muy alejadas del liberalismo económico thatcheriano de los conservadores. En lugar de criticar directamente a Boris Johnson, estos diputados electos prefieren atacar a este chivo expiatorio. Especialmente porque tanto en la dirección estratégica de ‘Vote Leave’ como en Downing Street, se ha ganado la reputación de ser un hombre intransigente, con mano de hierro. Por ejemplo, se dice que ha despedido a asesores ministeriales desoyendo el consejo de sus ministros y que ha creado una atmósfera venenosa en los departamentos. Se convirtió en el hombre al que hay que “abatir”.

Nada de duras negociaciones sobre el Brexit, ni de muertos por la pandemia… El caso Cummings ha acaparado todas las portadas y se ha convertido en un dardo contra Johnson.

El increíble interés mediático sobre este asunto pone de relieve las fantasías que rodean el papel y la influencia de este personaje “secreto”, una mezcla de mano derecha y eminencia gris del Primer Ministro. Bernard Ingham, el asesor de prensa de la musa conservadora Margaret Thatcher, es considerado el primero en esta línea, antecesor del moderno Dominic Cummings. Pero fue Alastair Campbell, en la sombra detrás del laborista Tony Blair, el que hizo que ese papel se convirtiera en popular.

Un apoyo inquebrantable
¿Puede que toda esa influencia sea sólo un mito?. “Es bastante fantástico decir que un asesor puede imponer la política del gobierno a un primer ministro maleable”, sonríe Nick Timothy. Durante seis años, de 2010 a 2015 y luego durante un año, de junio de 2016 a junio de 2017, desempeñó este papel con Theresa May. Pero refuta la influencia que se le atribuye: “En primer lugar, los primeros ministros no suelen ser maleables. Segundo, el gabinete del gobierno está lleno de políticos experimentados. Y tercero, tienes un gerente del servicio público. ¿Realmente crees que todo el mundo dejaría que eso ocurriera? Por supuesto que no. Ocurre lo mismo con Dominic hoy en día. Pero yo he sido culpado de todo por los oponentes políticos de Theresa May cuando las cosas salieron mal. Así que les serví de mecha”.


Dirigió “Vote Leave”, la campaña pro Brexit, y eso le asegura el rechazo de medio país. Ahora, con Johnson, le acusan de crear una atmósfera “venenosa”


Sin embargo, el apoyo inquebrantable de Boris Johnson debería tranquilizarlo. Aunque el Primer Ministro está obviamente muy enojado con él, según varios artículos de la prensa británica, también ha demostrado que está dispuesto a poner en peligro su imagen y reputación pero no a dejarlo ir. Además de marcar su territorio, el Primer Ministro sin duda siente que todavía lo necesita cuando su mandato de cinco años acaba de comenzar y no hay elecciones programadas hasta 2024 o 2025. El asunto de Durham podría haber derribado al dúo Cummings-Johnson, pero al final, por el contrario, reforzó su control sobre la política nacional. Se espera que los dos hombres influyan en las direcciones estratégicas del Reino Unido durante unos años más. ♦