Se ve desde el avión: atravesado el Sahel, comarca ecoclimática entre la sabana sudanesa y el desierto, aparecen extensos parajes de asombroso y sugestivo verdor en la planicie arenosa. Insólita rareza que indicaría un cambio climático esencial, de signo distinto y consecuencias inusitadas. Imágenes recientes de satélite confirman el renacer de la vida, vegetal por ahora, en la región más árida del mundo. Diversos estudios atribuyen los brotes al ciclón que provocó intensas precipitaciones en julio pasado, alterando la pluviometría: superó en más de un 500% la media mensual e inundó amplias zonas del Magreb, habitualmente desoladas.
Científicos atribuyen el insólito fenómeno al calentamiento de la Tierra por la contaminación de combustibles fósiles. Tampoco debe descartarse el efecto positivo de la ‘Gran Muralla Verde’, barrera forestal que once países ribereños, asolados por sequías recurrentes y agrupados en Comunidad de Estados Sahelosaharianos, construyen desde 2007 del Atlántico al Índico. Propuesto por la keniana Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz 2004, el mayor empeño de reforestación jamás emprendido consiguió repoblar unos 20 millones de hectáreas. Objetivo: frenar al desierto, la degradación del terreno y el éxodo rural, para dar seguridad alimentaria a poblaciones locales. Hace 10.000 años, el Sáhara era fértil vergel: bosques, ríos, lagos y fauna abundante. Lo asegura, entre otros, David McGee, paleoclimatólogo del MIT: “Existen vestigios de asentamientos humanos, pinturas rupestres y fósiles de grandes animales”. Iniciada hace unos 6000 años, la desertización culminó 2.700 años atrás, mientras los humanos huían del área ante la paulatina infecundidad, estima Francesco Pausata (Uni. de Estocolmo). Su superficie actual, 9,5 millones de km², abarca la cuarta parte del continente. Y creció un 10% el último siglo.
¿Espejismo? McGee no cree determinante la acción humana en el proceso de desertización: “hubo otros factores naturales”; “tampoco influyeron los humanos en otros ciclos de transición del humedal a la aridez”. ¿Puede deducirse entonces un reflorecer del arenal? “En unos miles de años el ciclo se repetirá; la acción humana será un efecto más, junto a causas naturales que podrían modificar el equilibrio del planeta, no solo en Sáhara”, opina Pausata.♦