“Resulta indispensable generar superávits primarios que reduzcan la exposición a una crisis de deuda. Imitemos a Irlanda, que ha reducido su deuda al 40% del PIB”.

Los inversores suelen preocuparse únicamente del corto plazo, tratando de anticipar el tobogán de las cotizaciones bursátiles. Tras las sustanciales ganancias del pasado año, ahora recogen beneficios y se muestran cautos ante la imprevisible reacción de los mercados a los radicales cambios que se presiente impulsará la administración Trump. Posiblemente, de bastante menor envergadura que los anunciados por el futuro inquilino de la Casa Blanca. Con todo, nos espera un año movido. La atención centrada en las Bolsas bursátiles descuida y omite en su análisis la deteriorada situación de las finanzas públicas en la mayoría de los países desarrollados. Un escenario poco alentador. La principal economía arrastra un déficit superior al 6%, acumulando una deuda que requiere un año y casi tres meses de su producto anual para reembolsarla.