El BCE atesora casi un tercio de la deuda pública de la eurozona pero dada la situación no cabe descartar una tormenta financiera que ponga de nuevo a prueba a la moneda común.

JP Marín Arrese, economista
JP Marín Arrese

Bien puede aplicarse este dicho al 2025 en que tanto cambio se atisba. Año que, a decir verdad, comenzará el 20 de enero cuando Donald Trump jure su cargo. A poco que ponga en práctica sus promesas electorales, nos esperan tiempos bastante convulsos. Ya ha lanzado serios avisos a Canadá y México, amenazando con imponerles prohibitivos aranceles por su escaso control de fronteras. Como también ha advertido a los BRIC de serias consecuencias si se atreven a crear una moneda común de reserva, amén de aplicar un gravamen generalizado a las importaciones con tipos extremos para las procedentes de China. Cabe, pues, esperar más de un sobresalto cuando el presidente de la principal economía mundial maneja con tanto desenfado tamaño arsenal comercial de destrucción masiva. La experiencia de su anterior mandato sugiere que, a la postre, no toda la sangre llegará al río.

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