La economía alemana ha comenzado a mostrar signos de flaqueza, como si ya no tuviera vocación de ser la “locomotora” de Europa.
Alemania mostró, desde la postguerra, una fuerza económica por la suma de dos virtudes frente a los demás países: una alta tasa de ahorro, y una productividad de su industria que parecía iba a ser eternamente creciente. El ahorro sigue en vigor entre el pueblo y gobierno alemán. La eficiencia productiva es lo que ha desaparecido del panorama, cuestionando la sostenibilidad del desequilibrio financiero creciente que se prevé.