Pedro Sanchez

“Varias veces se han prorrogado los presupuestos, pero es que los ‘vigentes’ se aprobaron en la anterior legislatura, y hoy el ejecutivo opta por no presentarlos ‘para no perder tiempo’. El incumplimiento constitucional parece claro y alimenta la sensación de que se traspasan líneas que hasta ahora se respetaban. Con pactos y cesiones que antes se hubiesen considerado contra natura, forzando leyes, normas, principios éticos y hasta el sentido común. El interés está claro; la conveniencia, por demostrar”

Como si los grandes desafíos fueran ajenos –no es el caso– la coyuntura doméstica sigue bastante centrada en la continuidad de Pedro Sánchez al frente del Gobierno: efímera para unos, afianzada para otros, forma parte de la contraposición binaria a la que parece sometido casi todo: sean problemas que afectan a la vida cotidiana de los ciudadanos o, a lo que pudiera considerarse otro extremo, las cuestiones de alcance global que está planteando el giro geoestratégico patrocinado, entre otros, por el retornado presidente Donald Trump. Inquietante es que ni en lo uno ni en lo otro se aprecie voluntad real de debate ni, todavía menos, perspectivas de alcanzar acuerdos. Aún peor: más habitual que trabajar juntos en busca de soluciones es tirarse los trastos a la cabeza, mientras entre los afectados crece la indignación. Se empieza a hablar de sociedad crispada. No faltan quienes lo consideran exagerado, pero no sería extraño que permeara la ya instalada en planos superiores de representación, escenario de batallas y controversias no siempre fáciles de asimilar.

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