
Las juntas generales de accionistas se consolidan como encuentros híbridos, fiscalizados y en continua evolución. El informe de Cuatrecasas y Georgeson revela un cambio estructural: más participación, menos improvisación y una agenda dominada por la sostenibilidad, la Inteligencia Artificial y la transparencia retributiva.
TEXTO: Ignacio J. Domingo •
Quince años después del primer estudio conjunto entre Georgeson y Cuatrecasas, las juntas de accionistas españolas han dejado de ser un acto anual de validación simbólica. Su última versión –El gobierno corporativo y los inversores institucionales. Preparando la temporada de juntas 2026–, sostiene que las cotizadas han transitado hacia un modelo de “junta permanente”, hacia un sistema de comunicación y voto continuo que difumina la frontera entre la deliberación y la gestión. En gran medida, debido a la rápida irrupción tecnológica, que ha potenciado el voto telemático, y la creciente presión ejercida por los inversores institucionales globales (BlackRock, Amundi, Norges Bank, Vanguard…), que han transformado la relación entre propiedad y dirección.
Los expertos de ambas firmas aseguran que “el grueso del voto se canaliza con antelación”, de modo que la junta se convierte en un acto de “constatación formal de decisiones consensuadas previamente con los grandes fondos”.

