“La economía española, una de las más abiertas de Europa (40%), tendrá que abrirse a nuevos mercados en Asia y África”.

La segunda presidencia de Trump (Trump 2.0) ha supuesto una disrupción adicional en la actual geopolítica y economía mundial. Las ocurrencias del narcisista presidente 47 de la historia de los Estados Unidos han dado la vuelta del revés a las alianzas estratégicas políticas y económicas. Veremos los resultados globales e individuales cuando las incertidumbres se vayan aclarando en sus efectos y consecuencias. Entre las primeras decisiones trumpistas está la vuelta del mercantilismo como estrategia de negociación y propaganda. ARANCELES es una de las palabras clave del presidente 47. La aplicación de aranceles selectivos y cuantiosos a países y productos diversos constituye uno de los ejes de la neopolítica Trump para hacer grande a América (de nuevo). Los gobiernos de China, Canadá, México y la Unión Europa son los más afectados por los nuevos aranceles y en todos los casos la respuesta ha sido doble: ofrecer negociaciones y responder con medidas equivalentes.
España aparece al fondo de esta ecuación, con impacto más en la doble ronda de consecuencias que por efecto directo. El saldo comercial de España con EEUU es favorable a éstos (€11.000 mn de déficit anual durante el último trienio) por las recientes y millonarias compras de gas licuado. Según la tramposa lógica Trump, EEUU está robando a España. Es falso, pero es su lógica. Sin embargo, los aranceles con los que Trump amenaza tendrían algunos (pocos) efectos negativos directos para las exportaciones españolas a los EEUU, pero peor serán los efectos en segunda ronda por la reducción de crecimiento (y de compras) de nuestros principales clientes (los socios de la Unión). El comercio exterior es uno de los activos centrales de la economía española desde hace unos pocos años. El aumento de la vocación exportadora de los empresarios españoles es espectacular, con el carácter de “acontecimiento”. De hecho, la economía española es una de las más abiertas de Europa (40%) lo cual tiene la cara de un mayor crecimiento y la cruz o el riesgo de retroceso en coyunturas recesivas del resto de los países clientes.
Una guerra comercial con subidas simétricas de aranceles y proteccionismo acentuado va en contra de las economías exportadoras, y la española hoy lo es y mucho. Exportar es muy bueno, generar saldos positivos de comercio exterior es bueno, pero puede dejar de serlo en una coyuntura de recesión generalizada y de proteccionismo acentuado. EEUU compra poco en España (menos del 5% de nuestras exportaciones, bienes de equipo, manufacturas y productos agrícolas: vino, aceite, aceitunas, dulces…). Las importaciones de Estados Unidos hacia España suponen el 7%, del total, fundamentalmente petróleo y gas natural licuado. En cualquier caso, no cabe imaginar una relación bilateral entre EEUU y España al margen de la Unión Europea que goza de una balanza muy favorable e irritante para Trump, que le lleva a sus excesos verbales contra sus socios atlánticos. El mensaje para los exportadores españoles es claro, tendrán que abrirse a nuevos mercados en Asia y África, cada día más disputados por los países exportadores tradicionales.♦