“Ha emprendido una ofensiva relámpago para desbaratar toda resistencia organizada. En solo un mes ha conseguido monopolizar el debate a escala planetaria”.

Esta vez, Trump no parece dispuesto a perder el tiempo saboreando en los campos de golf de Mar-a-Lago las mieles de su contundente victoria. Lejos de abandonarse a la molicie como muchos presagiaban, ha emprendido una ofensiva relámpago para desbaratar toda resistencia organizada. En sólo un mes de mandato ha conseguido monopolizar el debate a escala planetaria, trastocando el orden mundial reinante hasta la fecha. Aprovecha la ventaja que otorga preservar siempre la iniciativa para desestabilizar y atemorizar al adversario. En su caso, la práctica mitad de sus compatriotas y el resto del planeta. De momento todo se reduce a amenazas sin consecuencias palpables. Los costes y límites surgirán cuando trate de ejecutarlas. Sobre todo, en el ámbito comercial. Con una desenvoltura fanfarrona, pretende aplicar recetas mercantilistas y autárquicas que han conducido siempre a un callejón sin salida, cuando no a la catástrofe. Baste recordar cómo a partir de un simple desplome bursátil, el levantamiento generalizado de barreras a los intercambios para salvarse de la quema se tradujo en la Gran Depresión. El intento de empobrecer al vecino para resolver problemas propios acaba siempre por pauperizar a quien practica tan peregrina estrategia.