“La simbiosis líder y masa es un peligro mayor que cualquier política arancelaria o que la toma de la Administración por un grupo de plutócratas iluminados”.

Trump y su comando de asalto, el Departamento de Eficacia Gubernamental (DOGE) capitaneado por Elon Musk, conforman un nuevo Olimpo. Rayos y centellas para expulsar a gazatíes de sus tierras en las que se construirá un lujoso complejo hotelero-residencial; reivindicaciones imperiales sobre Groenlandia y el Canal de Panamá junto a aranceles a los aliados norteamericanos, Canadá y México, además de una subida arancelaria a las mercancías chinas y aranceles generales para el aluminio y el acero. Aquí ya le toca a España. Ahora bien, de puertas a dentro los chicos DOGE reclaman datos, información confidencial del Departamento del Tesoro. Un juez federal emite una orden temporal para paralizar el asalto, pero la ruleta rusa no se detiene: la agencia encargada de la ayuda a los países pobres USAID, desmantelada; jueces y fiscales se preguntan por la constitucionalidad de estas actuaciones mientras planean las dudas sobre la decisión final del Tribunal Supremo. Examinadas estas decisiones, escribe Rana Foroohar en el FT, las amenazas arancelarias parecen insignificantes. Y entre tanto, el nuevo secretario del Tesoro entrega las llaves del sistema a Musk a la vez que el funcionario de mayor rango de la institución ha sido cesado por negarse a facilitar a DOGE información confidencial. Un ciudadano privado, Musk, tendrá acceso a los datos confidenciales de los contribuyentes. ¿Una ilegalidad objeto de delito o un incumplimiento de la Constitución?
Y por lo que se refiere a los aranceles y a la iniciativa gazatí, de lo que se trata es de imponer una decisión imperial urbi et orbe, sanciones y deportaciones en lugar de cooperación. Caprichos. La caída de los intercambios comerciales entre países ha coincidido no solo con una desaceleración de la actividad económica internacional sino también con retrocesos democráticos. Empobrecer al vecino y empobrecernos nosotros mismos. Pero Trump es presidente de los EEUU por libre decisión de una mayoría de sus ciudadanos, confiados en su mensaje: “Make América Great Again” (MAGA). Y.N. Harari, recuerda en su reciente libro Nexus, que “Trump en su discurso de investidura en 2017 anunció que un grupúsculo de la capital de nuestra nación ha disfrutado de las recompensas de gobernar mientras el pueblo ha cargado con el coste”. Exitosa retórica populista. El poder, el poder absoluto requiere y consigue la cooperación de un gran número de seguidores. La Alemania del nacionalsocialismo o la Rusia estalinista y soviética son ejemplos de una alienación de las masas que siguieron a sus líderes. La simbiosis líder y masa se llevó por delante a las democracias. Un peligro superior a cualquier política arancelaria o a la toma de la administración estadounidense por un grupo de plutócratas iluminados ajenos a los “principios morales” del primer gran defensor del mercado como eficaz distribuidor de los recursos, Adam Smith. Trump y Musk y su nutrida cohorte de seguidores no son liberales, no son demócratas sino un nuevo y temerario ensayo totalitario que ya ha calado en los EEUU y empieza a extenderse a gran velocidad por Europa. Pedro Sánchez advierte, mientras Núñez Feijóo prudentemente calla y Abascal jalea entusiasmado. Pero el idioma español ha sido eliminado en las comunicaciones de la Casa Blanca y un gran número de hispano hablantes están siendo encarcelados o deportados. El compasivo mensaje de la obispa protestante se habrá olvidado entes de que llegue la primavera a las orillas del Potomac.♦