En el apagón solo una cosa es clara, ninguna responsabilidad es atribuible al gobierno, empeñado en enfrentar renovables con nucleares y empresas privadas con públicas.

El presidente de gobierno en su primera intervención para dar cuenta del “apagón” aludió a “operadores privados” como potenciales responsables del suceso, sin descartar otras hipótesis que van desde el sabotaje (por hackers internacionales) al accidente casual y extraordinario. Cualquier situación fue posible, aunque en ningún caso sería achacable al gobierno o a la administración. Para desbrozar el asunto se promovieron de inmediato un par (o más) de comisiones de investigación, amén de la iniciativa judicial de La Audiencia Nacional y de organismos europeos competentes en la materia. Todo con urgencia, aunque con la salvedad de que, como en los accidentes aéreos, las averiguaciones podrían llevar meses e incluso años. En cualquier caso, ninguna responsabilidad atribuible al gobierno. Sobre la mesa está la política energética del gobierno socialista caracterizada por la prioridad de la lucha contra el cambio climático y las tesis ecologistas sobre el fenómeno. Y al fondo cuestiones más coyunturales y artificiosas como la falsa contraposición entre la energía del viento y el sol frente a la energía nuclear convertida en eje de confrontación entre gobierno y oposición, entre socialistas y populares. Y con el marco de otra confrontación artificiosa entre empresas privadas (capitalistas) y regulación y control público estatal de un sector estratégico.