“La maldición de las crisis financieras tiende a repetirse cada tercio de siglo. La nueva generación no recuerda qué pasó, por qué, y cómo se previene”.

Fernando G. Urbaneja
Fernando González Urbaneja

A lo largo de lo que va de siglo la sociedad española ha pasado por tres (y alguna más) convulsiones con consecuencias negativas. Primero la crisis financiera de 2008 (cuyo precio seguimos pagando), luego la pandemia (que ya está olvidada) y más recientemente la DANA sobre Valencia. Los tres son cisnes negros o rinocerontes grises que deberían haber llamado a la reflexión, el análisis y la prevención. En resumen, a aprender de los errores. No ha sido así; ni siquiera se ha llegado a la fase del análisis ni, por supuesto, a la de prevención. El impacto de la DANA en Valencia era previsible (aunque poco probable), pero fallaron las medidas preventivas que estaban anunciadas y aplazadas. No se puede llorar por el agua derramada, pero si se puede insistir en que se haga lo necesario para evitar que se repita. Pero la confrontación político-partidista opaca la catástrofe y aleja las medidas preventivas de otra catástrofe. Algo parecido pasó con la pandemia (menos previsible) de la cual no se ha hecho ni siquiera el diagnóstico y el análisis crítico de lo que se hizo o no hizo. Solo quedan las denuncias del abandono de los mayores en las residencias de Madrid. Tampoco se ha aprendido como tratar otro caso semejante.

Y vamos con la crisis financiera de 2008, que fue financiera y luego económica, social y política y cuyos efectos seguimos sufriendo. La maldición de las crisis financieras tiende a repetirse cada tercio de siglo. La nueva generación no recuerda lo que pasó, por qué pasó y cómo se previene. Jorge Pérez, que fue jefe de regulación contable en el Banco de España, ha publicado en Marcial Pons un breve y sustancioso libro “Dos historias extravagantes. Banco Popular y Bankia” en el que analiza fríamente el fracaso de ambas entidades que a finales del siglo XX contaban entre las más exitosas de Europa. ¿Cómo fue posible su debacle? Es un análisis que debía haberse hecho a fondo para evitar repeticiones. El fracaso fue una combinación de impericias, imprudencias, maquinaciones, cobardías… de los propios gestores de ambas entidades y de otros concernidos (auditores, supervisores, autoridades de dos gobiernos de distinto signo y analistas).

El autor escribe en este número un artículo que merece ser tenido en cuenta en estos momentos. Cuestiona la oportunidad de aumentar el tamaño de los bancos hasta convertirlos en demasiado grandes (e importantes) como para no ser rescatados con fondos públicos. Eso es lo que ocurrió con las extravagancias de Popular y Bankia, cuya pasión por crecer y huir los llevó al desastre. Falló la prevención además de la mala práctica previa. Fallaron los gobiernos que no entendieron el problema porque no estaban hechos los deberes y anduvieron disimulando, dando palos de ciego y engordando el agujero. Dicen que forma parte de la naturaleza humana no aprender de los errores, tropezar en las mismas piedras. No puede ser inevitable ese fatal destino, aunque la ruidosa conversación política que nos agobia hoy suponga el mejor caldo de cultivo para olvidar lo importante y enfangarse en lo anecdótico. Jorge Pérez rescata en su libro una frase de Draghi que merece recordarse “…Cuando nos enfrentamos a la dramática necesidad de recapitalizar, si miramos atrás, la reacción de los supervisores es subestimar el problema, luego salen con una primera evaluación, una segunda, una tercera… Es la peor manera posible de hacer las cosas, porque terminan haciendo lo correcto, pero al precio y coste más altos”. ♦