Es circunstancia irrelevante, beneficiosa o jugará en contra de África su pujanza demográfica? Sería erróneo soslayar o minimizar rémoras seculares que aún gravitan sobre el Continente, gérmenes de su actual postración: el vigor y robustez de su gente determinó la masiva deportación y esclavización de sus habitantes, génesis de prejuicios todavía vigentes aquí y allá; las inmensas riquezas de su suelo y subsuelo, y su briosa naturaleza, fraguaron la Revolución Industrial, génesis de la afiebrada rivalidad imperialista y de la rapiña colonial decimonónicas, cuya secuela, el neocolonialismo, aún atenaza a unas naciones teóricamente “independientes”. Para Edward Paice, director del londinense Africa Research Institute y autor del libro ‘Terremoto de juventud: por qué la demografía africana debería ser importante para el mundo’, “el mero peso de los números (de población) debe provocar una reinvención de los países africanos y sus poblaciones”. En un artículo publicado en ‘The Guardian’ en enero pasado, instaba a la comunidad internacional a extirpar “sus representaciones estereotipadas y la marginalización de África”. Pero, vistas las políticas regresivas en curso, no todos comparten su opinión.

¿Y qué efectos tendrá para los africanos su condición de reservorio de vitalidad en un mundo cada vez más envejecido? Hay división de opiniones. Piensa algún analista que se debe aprovechar para impulsar y fortalecer su capacidad económica y arañar mayores cotas de poder geopolítico. Quizá vaya en tal dirección la actual ola de cambios, si bien inquieta el enigmático acompañamiento de chinos y rusos, que captaron el aviso antes que el desdeñoso Occidente.

Otros sostienen que no bastan los datos demográficos, y subrayan realidades palpables, perversas, que aminoran el entusiasmo: la esperanza de vida es menor que en otros Continentes: 62 años vs. los 77-83  en los países desarrollados. Diversos factores entorpecen el bienestar del africano: desde el deficiente desarrollo social (salud, sanidad, nutrición; difícil acceso al agua potable; poca higienización y saneamiento ambiental; desempleo; escasos índices de escolarización, bajísimos niveles de educación; delincuencia; los estragos de drogas y alcohol entre niños y adolescentes…) a la inestabilidad provocada por conflictos de depredación y autocracias insensibles.♦