No bastará con dinero y letra impresa del BOE. Hay que crear un clima de certidumbre y confianza, indispensable para que la actividad pueda despegar.

En economía, lo que de verdad importa es la confianza. Ese factor, tan difícil de reducir a parámetros concretos, resulta determinante para que la suma de comportamientos de los agentes que operan en el mercado se traduzca en adecuados niveles de actividad y bienestar colectivo. Constituye un requisito tan evidente que, con excesiva frecuencia, no recibe la atención que merece. Se da por sentado sin detenerse a examinar sus carencias y las causas que las provocan. Se culpa, con razón, a la pandemia del agudo desaguisado a lo largo y ancho de la economía. Si, en un principio, se confió en un inmediato rebote, la realidad ha desmentido esa visión voluntarista. Se producirá, sin duda, una progresiva reparación de daños siquiera sea por un principio similar al de Arquímedes.
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