La conocida como SRDII es un buen plan hacia un mayor compromiso a largo plazo… siempre que consigamos averiguar cómo llegar hasta allí.

Texto: Pedro Saá
Director general de Computershare de España y Portugal*

Pedro Saá

Todavía es momento de realizar más preguntas que de hacer afirmaciones. Toda esta nueva regulación que trae consigo la SRDII está cambiando la interacción entre emisores e inversores en Europa a medida que se va implementando en todos los mercados europeos, si bien a distinto ritmo y con diferente impacto, según el estado inicial. Sin embargo, desde las obligaciones para los inversores de hacer públicas sus políticas de implicación hasta las modificaciones en la manera de ejercer sus derechos políticos, pasando por las nuevas capacidades para los emisores en el ámbito de la transparencia accionarial, podría decirse que se están sentando las bases de un nuevo engagement entre emisores e inversores. Aunque los conceptos cuya aplicación se persigue son (casi siempre) bastante razonables y aceptables (transparencia de las políticas de voto, alineamiento con las estrategias a largo plazo, etc.) es, normalmente, con la aplicación práctica de los mismos, cuando se convierten esos derechos y obligaciones en beneficios reales para los actores o, directamente, no producen resultado alguno. La SRDII, como se conoce coloquialmente a esta normativa, implica una profunda reestructuración de los canales de comunicación entre los emisores y los inversores y una remodelación de los procesos relacionados con la ejecución de los derechos de los accionistas y la transmisión de información sobre las posiciones de los accionistas a las compañías cotizadas. En función del éxito de esta renovación veremos un panorama nuevo o no.

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