Su propagación planetaria denota que el Covid-19 es pretexto para recortar o anular derechos y libertades. Numerosos Estados, en África subsahariana sobre todo, emulan el autoritarismo que mató a George Floyd en Estados Unidos. Denuncias en redes sociales documentadas por la periodista Samira Sawlani: “Vemos o escuchamos incidentes en Kenia, Uganda, Somalia, Sierra Leona, Congo-Kinshasa… policías que sienten que pueden reprimir sin consecuencias; saben que, a menudo, los ciudadanos desconocen sus derechos, pues los Gobiernos decretaron las medidas sin anunciar siempre la sanción”. África conmemora el sexenio de la descolonización, pero el grito recurrente es “la policía mata más que el virus”. Toda la zona proyecta imágenes de contundentes cargas policiales para mantener toques de queda y confinamientos. La pandemia demoró allí su aparición por su alejamiento de los centros de decisión; optimistas patológicos y supremacistas negros aventaron quiméricas inmunidades para su raza, cuando en Norteamérica morían, proporcionalmente, más afroamericanos que blancos. Ajenos a la globalización, festejaron ilusiones: “el continente menos afectado”. Llegado, el ritmo de contagios produjo pasmo; para Richard Mihigo, jefe regional de Vacunación de la OMS, “esto no ha hecho más que empezar”.

Factores como su joven población aminoran el colapso, aunque son patentes debilidad de sistemas sanitarios e incuria de muchas autoridades. Consecuencia: poco fiable la información oficial. Ejemplo: ante su brutal expansión, los mandamases de Guinea Ecuatorial impidieron publicar datos sobre el coronavirus; descontentos con las cifras de la OMS, presionaron hasta silenciar su Oficina en Malabo; la protesta del organismo supuso la expulsión de su representante. Desde entonces, sólo ellos conocen el impacto real sobre la población. Nada extraña la efervescente crispación cuando aprietan aún más el puño de hierro.

Crisis sanitaria superpuesta a la inquietud económica. En sociedades cuyos dos tercios padecen precariedad y la venta callejera significa sustento, el obligado aislamiento fue un suplicio añadido. Depreciación de materias primas, paro e inflación ascendentes y recesión agudizan el desastre. El BM pronostica caídas del 2 al 5% del PIB para 2020. Panorama agravado por la inseguridad alimentaria: según reciente informe del Forum Económico Mundial, el Covid-19 abocará a 23 millones de personas a la pobreza extrema en esa región.♦